VENEZUELA:¿’Revolución Bolivariana' o gestión bonapartista de la crisis social?

El fenómeno Chávez hunde sus raíces en la crisis del 'caracazo' de 1989

El 27 de febrero de 1989, bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez de AD[1], en aquél momento presidente de la Segunda Internacional, el anuncio de un paquete de medidas que contemplaban la liberación de las tasas de interés, privatización de las empresas del Estado, aumento de las tarifas de los servicios, el gasoil y el transporte popular, provocó una revuelta espontánea de multitudes hambrientas, que duró cuatro días y dominó Caracas y algunas de las más importantes ciudades del país. Las masas saquearon y destruyeron todo a su paso. El gobierno de CAP suspendió las garantías constitucionales, estableció el estado de sitio y encargó al ejército el aplastamiento del motín de hambre. Tras la sangrienta represión (nunca se supo con seguridad pero diversos organismos calcularon unos tres mil muertos) todas las instituciones estatales y paraestatales del país, incluidos los partidos, las centrales sindicales y la Iglesia católica, entraron en una crisis de la que no se han recuperado.

En medio de movilizaciones obreras y populares crecientes, del deterioro imparable de las condiciones de vida de la mayor parte de la población, Chávez, a la cabeza de un grupo de jóvenes oficiales, protagonizó en febrero de 1992 un golpe militar nacionalista. Fracasó y fue encarcelado, pero su prestigio empezó a extenderse entre las capas más desfavorecidas porque se presentaba como el azote y futuro liquidador del viejo orden corrupto y degradado hasta la médula de los huesos.

Finalmente, en mayo de 1993, la burguesía decide canalizar la crisis política, que viene acompañada de la caída sostenida de los ingresos petroleros, el peso insufrible de la deuda externa, la fuga de divisas y el rechazo generalizado al gobierno, con el juicio político (el primero en la historia moderna de Venezuela a un presidente en ejercicio) y posterior encarcelamiento de Carlos Andrés Pérez, acusado de corrupción. En 1994, y en un intento de cerrar la crisis, asume la presidencia Rafael Caldera, veterano dirigente de la burguesía, quien se "autoexcluyó" de su tradicional partido, el desprestigiado COPEI (social-cristiano), y con su propio agrupamiento, ganó las elecciones apoyado por los ex guerrilleros ex estalinistas del MAS y el PCV. Caldera, que no había condenado el intento de golpe, indultó a Chávez -ganando con ello algo de popularidad- y se puso a lo suyo: gobernar como siempre un país que se hundía en la inflación, la crisis bancaria, la deuda y la miseria creciente.

Al dictado del FMI, Caldera organiza en 1996 la 'Agenda Venezuela', un paquete de medidas económicas que incluía la eliminación de los controles sobre los precios y la liberalización del mercado cambiario, junto con el aumento de los ingresos y el recorte de gastos del Estado, con el fin de reducir el déficit fiscal. Y sobre todo, contemplaba la privatización acelerada de las empresas todavía públicas. Así, inicia la "apertura petrolera", con la participación de las compañías Conoco, Total, Texaco, Shell y Mobil, entre otras, en la explotación del crudo y el carbón. La compañía telefónica, y la línea aérea Aeropostal Venezolana son privatizadas y vendidas a precio de saldo.

Los efectos de la 'Agenda Venezuela' fueron inmediatos: El paro aumentó, la inflación sobrepasó el 100%, el precio de la electricidad subió un 70 % en seis meses, el de la gasolina se multiplicó por 5. El hambre campeó sobre la inmensa mayoría de la población: los propios datos del Estado reportaron un descenso del 40 % del consumo de alimentos...

El 'huracán Chávez', con su victoria del 56,2 % de los votos en las elecciones presidenciales, el mayor porcentaje alcanzado por un candidato democrático en Venezuela, es el producto directo de estos diez años de pauperización generalizada de la clase obrera, el campesinado y las clases medias urbanas, de la crisis política y desprestigio sin retorno de los dos viejos partidos burgueses (AD y COPEI)[2], de la fractura de las Fuerzas Armadas ante todo ello. Se acabó la vieja Venezuela 'saudita', clientelista, que se alimentada con las fabulosas rentas de un mercado de petróleo con altos precios. Y con ella se agotó el régimen del “Pacto de Punto Fijo”[3], el sistema político de dominación burguesa que contó con el apuntalamiento fiel del PCV, su hijo putativo, el MAS[4], y con la estrechísima colaboración de la burocracia sindical 'adeca' de la CTV. En ausencia de un partido que organice a la clase obrera, la dote de una política independiente de la de la burguesía y la postule para el poder, la rabia social, siempre al borde del estallido, se entusiasma ante el discurso de tinte antiimperialista de Chávez, que prometía arrasar con toda la casta de políticos corruptos, el no pago de la deuda externa, la revisión de las privatizaciones, la protección y desarrollo de la industria nacional, la creación de empleos y aumentos salariales, el reparto de tierras. (Y no olvidemos que el MAS y el PCV dieron su aval 'de izquierdas' a Chávez[5] hasta el punto de formar parte de la coalición “Polo Patriótico”, con la que ganó estas elecciones de 1998).

Chávez es un gerente muy desagradable para la burguesía venezolana. Es mestizo. Poco fino, inculto, militar. Habla una y otra vez de comerse vivo al imperialismo, de grandes proyectos para cambiar el destino de la población más miserable. Su vocación bonapartista -gracias a la cual el Estado burgués venezolano está reorganizándose tras la zozobra de los '90- entierra los viejos mecanismos de dirección y control del aparato del Estado: la casta política caduca se vuelve innecesaria y pierde sus privilegios personales y económicos, tras décadas de estar amorrada a la renta petrolera. La nueva casta de políticos y gestores de carácter castrense que la sustituye ha de 'maniobrar con el proletariado' para mantenerse, dejar que las masas se desfoguen en las reuniones de la 'democracia participativa' y en las calles, llamar a los desheredados de los cerros en su apoyo cuando lo necesite, hacerles concesiones. Es un juego muy peligroso. Tal vez, piensa la burguesía, sea peor el remedio que la enfermedad.

"En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis de índole particular. Se eleva por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar convirtiéndose en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o bien maniobrando con el proletariado, llegando incluso hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros". (L. Trotsky, La industria nacionalizada y la administración obrera, 12 de mayo de 1939 - Publicado en Fourth International, agosto de 1946. Sin firma. Escritos, Tomo X, pág. 482, Editorial Pluma.)

La Administración Bush convirtió a Chávez desde el principio en uno de sus objetivos prioritarios. La nacionalización de las industrias del hierro y del petróleo, en manos de compañías norteamericanas, en 1974-76, por Carlos Andrés Pérez (de AD, el mismo de la carnicería del 'caracazo'), no mereció, ni mucho menos, tanta dedicación y esfuerzos del gobierno yanki: intentonas de golpe de Estado, cierres patronales generales de dos meses, sabotajes petroleros, presión nacional e internacional, presión militar desde Colombia, amenaza de embargo internacional, el arsenal de los instrumentos del imperialismo es grande y variado.

Y sin embargo,

¿cuál es la realidad

de la ‘revolución bolivariana'?

Un repaso de las reformas verdaderamente ejecutadas por el chavismo nos hace encontrar en el terreno social las bases para el fervor popular que despierta: ha duplicado el presupuesto en salud, creando una gran red de asistencia sanitaria primaria con el programa Misión Barrio Adentro, dirigida a la población excluida hasta ahora, que ha incorporado a unos 10.000 médicos cubanos y unos 30 venezolanos[6]. También ha incrementado en un 100 % el presupuesto de educación, con programas masivos de alfabetización de adultos (Plan Robinson), implantación de la gratuidad y apertura de nuevas escuelas primarias, puesta en marcha de programas nutricionales escolares, becas para la Universidad, etc.

Por otro lado, desde 2003, ha establecido el control de precios sobre 151 productos básicos de la canasta familiar y creado una red de distribución estatal (Misión Mercal) de esos productos a precios bajos, dirigida a la fracción más pobre de la población [7]

Ha multiplicado la construcción de viviendas sociales, de infraestructuras sociales, creado el Banco del Pueblo, el Banco de la Mujer, Créditos a Microempresarios. Tiene toda una política de incentivación y protección de las cooperativas, en la línea de estímulo de la libre empresa y la producción nacional.

En cuanto a las reformas institucionales, su Constitución 'bolivariana' (parece ser que con muchas semejanzas con la de la V República francesa, claramente presidencialista) ha obtenido el visto bueno[8] de todo tipo de expertos en constitucionalismo burgués. De hecho, incluso los más entregados chavistas sólo resaltan de ella, además de la palabrería sobre derechos y democracia participativa, etc., la declaración de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) como propiedad absoluta del Estado, pero incluso eso viene matizado con la posibilidad de existencia de filiales con capital mixto y realización de 'asociaciones estratégicas'.

La “Revolución bolivariana”

y la cuestión agraria:

Bolívar tampoco repartió la tierra

La cuestión agraria merece un punto a parte. En Venezuela nunca ha habido una auténtica reforma agraria. Las guerras independentistas de Bolívar se basaron, como en toda Latinoamérica (a excepción, parece ser, del caso de Uruguay con Artigas), en la oligarquía criolla terrateniente, con lo que la estructura de propiedad no cambió. Las haciendas de los realistas simplemente pasaron de propiedad del señor duque de algo al señor general tal, en pago por los servicios prestados[9]. En 1960 se promulgó una ley de “Reforma Agraria” y se creó el Instituto Agrario Nacional, organismo encargado de ejecutarla. En realidad, la supuesta reforma consistió en una lentísima regularización de las titularidades de propiedad de las tierras, que en gran parte no estaban catastradas ni escrituradas, existiendo numerosas formas de ocupación irregular de tierras públicas (provenientes en gran parte de la deforestación ilegal). En estos últimos casos, ese proceso de “regulación de la tenencia”, lo que hizo fue dar 'títulos' de usufructo, pero no de propiedad, que continúa en manos públicas. El beneficiario no la puede vender, sólo traspasar sus derechos previa autorización. Todavía hoy el conjunto de las tierras públicas se calibra en más del 50 % de la superficie agrícola total.

Tras cuarenta años de aplicación de esa 'reforma agraria', un informe publicado por el Banco Mundial en 1998 y titulado "La Larga Marcha", afirmaba que Venezuela es el segundo país con mayor concentración de tierras en pocas manos del mundo. Si nos atenemos al censo agrícola del 1999, el 5 % de los propietarios acaparan el 75 % de la tierra, mientras que el 75 % de los campesinos sólo poseen el 6 %.

Por otro lado, en la actualidad, Venezuela tiene el segundo porcentaje más bajo de población dedicada a tareas agrícolas de toda Latinoamérica, después de Uruguay. Esto en un país industrializado sería consecuencia de la industrialización del campo y su gran productividad, pero en Venezuela es todo lo contrario. El aproximadamente 10 % de población no alcanza a producir el 30% de las necesidades alimenticias del país. La productividad, tanto de la agricultura como de la ganadería, es bajísima y los estudios muestran que descendió en la década de los 90, debido a la ausencia de inversión y al absentismo de los grandes propietarios. Como consecuencia, se debe importar productos de consumo básico popular como maíz, azúcar, caraotas (una especie de alubias), frutos y hortalizas, perfectamente producibles por el país.

La decadencia de la agricultura viene de largo. Antes del descubrimiento del petróleo a primeros del siglo XX, los monocultivos de café y cacao ya habían destruido la producción tradicional. Pero el boom petrolero provocó una corriente migratoria imparable del campo a la ciudad, donde los campesinos – a pesar de engrosar los voluminosos cinturones de las villas miseria – encontraban más futuro que en el campo.

Esta es la situación de partida del gobierno de Chávez. Su programa se ha concretado en la 'Ley de tierras y desarrollo agrario', de diciembre de 2001, probablemente la que más histeria ha causado en la oposición burguesa y aparentemente desencadenadora del proceso golpista de abril de 2002. Hasta ahora, la aplicación de esta ley ha servido para continuar con el proceso de 'regularización de la tenencia' y, tal vez, pero no es posible saberlo en el marasmo autopublicitario del chavismo, para entregar ex novo tierra siempre pública a unos miles de campesinos[10]. En cualquier caso, ha tenido tan poca relevancia a nivel nacional que el 29 de agosto de 2004, Hugo Chávez anuncia en su alocución semanal de radio y televisión: "Llegó la hora de democratizar la tierra en Venezuela, ya es hora, ya es tiempo, quiero ver resultados y pronto, tierra para los campesinos, tierra para el que trabaja, tierra para el pueblo, para trabajar... para producir". Típica demagogia del personaje, que acabará diciendo al poco rato: “No somos enemigos de los latifundistas, ni los vamos a quemar, ni les vamos a invadir las propiedades” (Reuters, 29 de agosto de 2004).

En realidad, la 'tierra para el pueblo' que propugna su ley consiste en definir como latifundio a la propiedad que tenga más de 5.000 ha. El propietario que no explote esas tierras para la producción de alimentos puede ser penalizado con una multa, cuya cantidad variará dependiendo del número de hectáreas improductivas. Si después de la multa el propietario continúa sin cultivar, el Gobierno pasaría a la expropiación del terreno y pagaría una indemnización por ello al latifundista. De hecho, esta segunda fase ya ni se contempla por parte del gobierno, puesto que acaba de anunciar un “nuevo impuesto que se cobrará a partir de enero de 2006 a los propietarios de tierras ociosas e improductivas del país” (El Universal, Caracas, 9 de diciembre de 2004).

Chávez y los sindicatos

Una de las grandes bestias negras del bonapartista venezolano ha sido y sigue siendo las centrales sindicales, muy especialmente la mayoritaria, la CTV.

Esta central, burocratizada y muy estatalizada está dirigida desde hace cuatro décadas por un aparato extremadamente corrupto y políticamente ligado a AD. Chávez tuvo muy claro desde el principio que para él y su régimen era básico impedir la utilización de las organizaciones de la clase obrera por sus enemigos políticos, pero también y no menos importante, tuvo clara la importancia de impedir todo tipo de organización obrera clasista que pudiera actuar con política independiente[11]. Entre la segunda mitad del 1999 y principios del 2000 intentó en tres ocasiones que la Asamblea Nacional Constituyente aprobara un decreto de ”Emergencia Sindical” que disolvía las cuatro centrales sindicales, incautaba su patrimonio, decretaba la unificación y establecía el mecanismo de la 'elección democrática' de la dirección del organismo resultante[12]. Fracasada esta vía, por las grandes resistencias no sólo de los aparatos sindicales, sino también de sectores importantes de la clase obrera organizada, entre las que cabe señalar las propias bases del MAS, se decidió a plebiscitar por referéndum popular, el 3 de diciembre de 2000[13], la intervención estatal completa de las organizaciones sindicales. La abstención fue tan aplastante, el 76,57%, que los chavistas se consideraron derrotados. Pero la derrota es sólo parcial. Si bien de momento no se ha conseguido disolver las centrales obreras ni implantar el sindicato único como un organismo más del Estado de la 'democracia participativa', la Constitución bolivariana ha dejado asentado el principio de intervención estatal en el movimiento obrero y declara, entre otras cosas, que la facultad para organizar las elecciones internas de todas las organizaciones sindicales pertenece la Consejo Nacional Electoral.

Aceptando este marco, la burocracia de la CTV contraatacó y salió muy reforzada en las elecciones para la renovación de su ejecutiva federal en 2001: la lista de la coalición AD+COPEI del futuro golpista Carlos Ortega alcanzó el 57,41 % de los votos, mientras que la apoyada por Chávez se quedó en un miserable 15, 41 %. Por último, cabe añadir que en abril de 2003 se ha constituido la UNT, nueva central sindical adicta a la 'revolución bolivariana', creada a partir de la FBT (Fuerza Bolivariana de Trabajadores), la organización fundada por Chávez con el cometido de 'demoler' la CVT.

La política económica

El gobierno 'bolivariano' ha sido conservador en el terreno económico. Palabrerías aparte, ha sido puntual como nadie en sus pagos de deuda externa. En ningún momento ha puesto en cuestión las privatizaciones de los gobiernos anteriores y ha continuado la política de entrada de los oligopolios mundiales del petróleo, fundamentalmente en la prospección y explotación del gas. No ha promulgado ni una sola ley irrespetuosa con la propiedad privada y, pese a la histeria de la burguesía caraqueña, no ha tocado en ningún sector ningún interés de importancia para el capital local o internacional.

Sus políticas sociales se han basado fiscalmente en la depuración de las cuentas (y necesariamente, de la cúpula gestora) de PDVSA y en la circunstancia de los incrementos de los precios excepcionales del petróleo a raíz de la guerra y ocupación imperialista de Irak. De hecho, los ingresos del Estado procedentes del petróleo, que habían caído desde el 70 % del total del Presupuesto en 1976 al 20 % en 1989, se han recuperado hasta suponer el 50 % de los ingresos fiscales de 2004[14].

Por otra parte, en enero de 2003, obligado por la huelga patronal y la fuga masiva de capitales, reestableció el control estatal de cambios fijo. Y, como casi todos sus predecesores, cuando ha tenido necesidad de cubrir déficits públicos, ha acudido a la devaluación de la moneda respecto al dólar[15], lo que hace incrementar los ingresos por petróleo en bolívares, y le sirve para cubrir momentáneamente los agujeros de su política presupuestaria ultraexpansiva[16]. A cambio, claro está, de provocar inflación interior: suben de manera inmediata los precios en bolívares de los productos importados, pero también los nacionales en respuesta al crecimiento de la masa monetaria. Keynesianismo de lo más tradicional.

En resumidas cuentas, el ejercicio 2004 lo acabó con una tasa de inflación del 20 %, un porcentaje de paro del 15,5 % (al que hay que añadir el saco negro de los 'empleos informales') y una disminución del salario real industrial medio del 6,5 %[17]. Esto, para la clase obrera, es mucho más significativo que el exuberante incremento del 18 % del PIB que ventilan los exégetas, puesto que es hijo de la escalada de los precios internacionales de los hidrocarburos, y no de la recuperación del vertiginoso descenso del 23 % de la producción de bienes no petroleros durante los años 2002 y 2003.

Nada de lo que hemos relatado hasta ahora sobresale de los límites más respetuosos del orden económico capitalista, ni de las políticas que en un país u otro -incluida la propia Venezuela- en algún momento, haya aplicado un gobierno burgués.

Sin embargo, en el contexto internacional actual de ofensiva imperialista, el chavismo ha merecido ataques permanentes de los gobiernos de los EEUU en todos los terrenos y por casi todos los medios. En su estreno como secretaria de Estado, Condoleeza Rice afirmó que el presidente venezolano "ejerce una influencia desestabilizadora en Latinoamérica". Hace pocos días, esta declaración fue completada por el anuncio del consejero de asuntos políticos Marc Groosman, quien calificó a Chávez como un elemento "negativo y desestabilizador" y afirmó que Washington seguirá de cerca la presunta compra de armas a Rusia, por parte del gobierno venezolano. Más claro ha sido el nuevo director de la CIA, Porter Goss, quien señala que, para este año, Venezuela seguramente integrará la lista de posibles "fuentes de conflictos" para el reelecto gobierno de Bush.[18].

El crimen de Chávez es intentar recomponer un Estado burgués 'viable' en su país, cuando ya los viejos modos de dominación eran insostenibles. Actuando para la estabilidad del modo de producción capitalista en Venezuela, se ha visto obligado a situarse por encima de la burguesía local, ligada sin tapujos al saqueo imperialista de los recursos del país. Y, con eso mismo, debe presentar, si quiere mantenerse, una cierta resistencia ante el imperialismo. Escasa, pero cierta. La gran petrolera PDVSA, proveedora del 15 % de las necesidades de los EEUU, sigue siendo propiedad del Estado[19]. A Cuba se le declara país amigo. Se buscan alianzas con un Irán declarado como integrante del 'eje del mal'...

Pero para conseguir su objetivo y mantener esta limitada posición, Chávez ha necesitado desde el primer momento apoyarse -movilizándolas de manera controlada- en las masas empobrecidas de su país. Es la vieja historia del viejo nacionalismo burgués populista. La 'democracia participativa bolivariana', con sus 'círculos'[20] y sus 'asambleas populares', la creación de su propia central sindical UNT, son la respuesta a la necesidad de asegurarse el encauzamiento de las fuerzas de la clase obrera y los sectores populares pauperizados alrededor de su proyecto de 'cohesión nacional'. El aprendiz de brujo no puede atreverse a dejarlas desatadas sin más. Que de lo profundo de las villas miseria haya nacido un colosal entusiasmo chavista que caldea y masifica aquellos organismos paraestatales, no los convierte en nada diferente de lo que son y para lo que han sido creados. Desde el Palacio de Miraflores no se han creado ni se dirigen embriones de doble poder o del futuro Estado 'socialista'.

Los hechos son simples y tozudos: no existe ningún tipo de control obrero de la producción petrolera (el 25 % de la producción del país) o del sistema financiero, la electricidad o las telecomunicaciones, mayoritariamente en manos extranjeras. Cuando la clase obrera toma la iniciativa y ocupa -como en Argentina – fábricas en quiebra abandonadas por su propietario, la 'revolución bolivariana' en pleno 'salto adelante' y a pesar de las lágrimas de Alan Woods, se niega a expropiarlas[21]. Ni siquiera eso.

A su vez, en el campo se suceden, como en Brasil, los asesinatos de militantes sindicales que dirigen las tomas de tierras, pero el gobierno 'revolucionario' sólo amenaza con alguna seriedad a algunos latifundios improductivos asentados ilegalmente en tierras públicas[22]....

La acción independiente

de la clase obrera venezolana

La cuestión de las cuestiones para el futuro de Venezuela es precisamente ésta. En la década entre el 'caracazo' y el 'irresistible ascenso' de Chávez, el movimiento obrero de Venezuela busca recomponerse lentamente.

Del calentamiento de la caldera da pruebas el que tres meses después del aplastamiento de los jóvenes hambrientos de Caracas, el 18 de mayo de 1989, la CTV convocó su primera huelga general después de 31 años. Manifestaciones y huelgas se suceden y convierten en habituales los enfrentamientos callejeros con la policía. Según las estadísticas del Ministerio del Interior, sólo entre 1989 y 1991 hubo más de 5.000 acciones de masas. En el último trimestre de 1991 se registraron 400 movilizaciones y levantamientos, terminando el 40% en enfrentamientos con las fuerzas represivas. En este ambiente, es cuando Chávez, el 4 de febrero de 1992, intenta su primer golpe.

Es el momento en que en numerosos sindicatos surgen listas clasistas y corrientes organizadas que se presentan contra el control de la burocracia dirigente de la CTV, identificada políticamente con el partido burgués AD. Y algunas de ellas – muy a menudo ligadas al MAS – alcanzan la dirección de importantes empresas siderúrgicas, petroquímicas, telefónicas y textiles.

Sin embargo, este proceso queda duramente taponado a partir de 1998, ya que todas las corrientes políticas importantes en el seno de la clase obrera venezolana pasaron a apoyar a Chávez y a desistir total y definitivamente de cualquier veleidad de organización de clase independiente del nacionalismo burgués del militar populista. Y se dedican con cuerpo y alma, a desviar hacia el ‘bolivarianismo’ la tendencia espontánea del proletariado a organizarse como tal.

Que la “revolución bolivariana” haya taponado por el momento la acción independiente de la clase obrera no significa que ésta esté paralizada. El bonapartismo no liquida la lucha de clases (aunque sueña con ello). El intento de golpe de Estado de abril de 2002 y la huelga patronal de diciembre de 2002-enero de 2003, los grandes envites del imperialismo yanqui y la burguesía gorila encabezada por Gustavo Cisneros[23] y el dirigente adeco de la CTV Carlos Ortega, sólo pudieron fracasar por una inmensa y espontánea movilización de masas que usaban sus propios medios en su propio terreno. Sitiando el palacio presidencial y los cuarteles, ocupando las industrias para hacerlas funcionar, tomando el control de la producción petrolera, el proletariado ha ido abortando los sucesivos intentos de derribo golpistas... para ser enviado inmediatamente a casa por Chávez. Éste, tras cada victoria, sin detener siquiera a los militares implicados, hacía nuevas concesiones a los derrotados: convocatoria del referéndum revocatorio de agosto de 2004, a pesar de que los promotores no habían alcanzado el número de firmas necesarias; reposición de antiguos gestores de PDVSA, ampliación de contratos con las petroleras yanquis...

La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos

De este taponamiento de la acción y organización independiente de la clase obrera, también participan, cada una con sus matices y salvedades, las organizaciones que fraudulentamente se reclaman del trotskismo, como el SU de la IV Internacional, el Militante o los grupos morenistas. Repasando sus posciciones, vemos cómo lo que les caracteriza es su adaptación 'crítica' a esta nueva versión del nacionalismo burgués latinoamericano, sus falsas ilusiones de que el ex comandante de paracaidistas sustituye al proletariado

· en la lucha por la liquidación de la burocracia reaccionaria en los sindicatos. Cuando, en realidad, ha pretendido disolverlos, expropiar su patrimonio y crear un sindicato único dependiente del Estado. Y fracasado parcialmente este proyecto, lo que ha hecho es crear una nueva central sindical con aparato adicto 'bolivariano', instaurar el control férreo del Estado burgués sobre la vida interna de los sindicatos y, por reacción, fortalecer la burocracia adeca de la CTV, que continúa siendo el sindicato mayoritario.

· organizándole desde el Palacio de Miraflores 'soviets bolivarianos' .... pero no para tomar el poder, sino para canalizar los problemas de la comunidad “a través del organismo competente” (ver nota 18)

· volviendo innecesarias las milicias obreras y el armamento del proletariado, con su proyecto de 'civilización revolucionaria' del ejército. Cuando la realidad es que ha multiplicado la intervención social directa del aparato militar, creado una casta adicional de 'gestores' militares en la administración del Estado y las empresas públicas, fortalecido en definitiva el ejército burgués, instrumento central para el mantenimiento de la dominación del capital.

· en la organización de la sanidad, la enseñanza, un sistema de protección social que dé cobertura a la totalidad de las clases trabajadoras y de las masas pauperizadas. Cuando las mejoras implantadas, bien limitadas, ha sido posibles por una coyuntura excepcionalmente propicia de precios internacionales de los hidrocarburos y su mantenimiento depende en gran parte de 'voluntarios' o 'becarios' o de los salarios miserables pagados a los médicos cubanos, a los que se obliga a vivir alojados en familias voluntarias en las villas miseria.

· en la defensa de Venezuela, de su soberanía y de sus recursos contra el expolio y los ataques del imperialismo. Cuando la resistencia real de Chávez es cada vez más limitada y sus concesiones mayores, a pesar de la gran disposición de las masas a apoyarlo en la dirección contraria.

· Creen, en resumen, que Chávez sustituye al proletariado en el combate por la mejora de sus propias condiciones de vida y la del resto de las clases trabajadoras, en la lucha contra el hambre y por la tierra. Y que organizará el socialismo en Venezuela, en cuanto haga caso de sus consejeros 'trotskistas' y se deje presionar un poco más por las masas.

Nada más criminal y sin salida que estas falsas ilusiones que cierran el camino a la constitución de la clase obrera en clase independiente, condición previa para defender sus propios intereses, para ponerse a la cabeza de la lucha emancipadora de todo el 'pueblo pobre' contra el imperialismo, para discutirle el poder a la burguesía. Y para enlazar con las luchas de todos los proletariados, con quienes comparte explotación y, en términos históricos, destino.

Por eso, la primera tarea que deben plantear los revolucionarios a la clase obrera venezolana es la necesidad de romper todos lo lazos de dependencia, colaboración o subordinación de sus organizaciones ya existentes respecto al Estado (y su ejército) y la burguesía, incluyendo en ésta tanto a los partidos burgueses tradicionales como a las organizaciones políticas chavistas. Y la creación de nuevas organizaciones de masas de carácter auténticamente consejista, que autoorganicen las capas más profundas de las masas y les permitan actuar con sus propios métodos y establecer sus propios objetivos.

Sólo así será posible luchar con éxito por el trabajo y la mejora de sus condiciones, la defensa y mejora del poder de compra de los salarios, la mejora de las condiciones de vida, de vivienda, de salud o de educación. Sólo así podrá postularse como clase política dominante, la única capaz de levantar y defender hasta sus últimas consecuencias la bandera de la emancipación nacional y de la reforma agraria, con la expropiación inmediata de todos los latifundios, productivos o no, sobre suelo público o privado, para su entrega a los braceros y campesinos pobres.

Del desarrollo de la constitución del proletariado venezolano como clase consciente forma parte inseparable la construcción de un partido obrero revolucionario, sección de una internacional obrera revolucionaria, capaz de establecer la estrategia y las tácticas que permitan finalmente la toma del poder político, la expropiación de la burguesía nacional y del capital imperialista, la destrucción del Estado burgués, el establecimiento de una República Obrera que combata por la revolución proletaria mundial.

16 de marzo de 2005

[1]Acción Democrática, partido burgués nacionalista creado en 1941. Es el viejo partido de Rómulo Betancourt. Su recorrido histórico en la gerencia del Estado venezolano se inició con el trienio que transcurrió entre el 18 de octubre de 1945 y el 24 de noviembre de 1948. Invitada al poder por un cuerpo de jóvenes oficiales de la UPM que protagonizaron un golpe de estado tradicional, Acción Democrática obtuvo para su líder Rómulo Betancourt la presidencia de la 'Junta Revolucionaria de Gobierno'. En este proceso, se eligió una Asamblea Nacional Constituyente y se aprobó una nueva Constitución. El 'Trienio Adeco' incorporó el entusiasmo de las grandes masas con una política fiscal que gravaba al 50 % los beneficios de las empresas petroleras y que permitió el desarrollo de proyectos de obras públicas y sociales. Por otra parte, este fue el inicio de la casi identificación entre AD y la dirigencia de la mayor central sindical del país, la CTV, inicialmente en manos del Partido Comunista de Venezuela.

[2] Los resultados electorales de estos partidos han seguido la siguiente evolución: Presidenciales de 1988: AD, 52,9 %; COPEI 40,3 %; abstención, 18,8%. Presidenciales de 1993, tras el 'caracazo': AD, 23,6 %; COPEI, 22,73%; abstención, 39,84 %. Presidenciales de 1998: AD, 9,05 %; COPEI, 2,15 %; abstención, 35,55%)

[3] Durante cuatro décadas Acción Democrática y el COPEI se alternaron en los puestos gubernamentales conforme con el “Pacto de Punto Fijo” sellado bajo la tutela del imperialismo norteamericano tras la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, en 1958.

[4] En los comicios de los últimos años, estos dos partidos obreros-burgueses han estado obteniendo resultado del orden del 1% de los votos, el PCV, y del 9 %, el M.A.S.

[5] Pero no sólo ellos. La sección simpatizante de la LIT-CI morenista, el PST editor de La Chispa, formó parte también de la coalición pro Chávez. Es de suponer (aunque ignoramos su forma) que también los grupos relacionados con el SU y El Militante de T. Grant y Alan Woods, visto el entusiasmo que desplegan como consejeros rojos del Presidente.

[6] Los médicos cubanos han sido enviados por La Habana por un Convenio de octubre de 2.000, como parte del pago por los 53.000 barriles diarios que recibe de Venezuela (Síntesis del Plan Barrio Adentro actualizada a agosto de 2003, Defensoría del Pueblo de Venezuela).

[7] En la Web del Ministerio de la Producción y el Comercio, rubricado como “Prensa MPC/ Nancy Carrero/ 12-11-04”, Chávez afirma “que actualmente existen 30 Supermercales en todo el país, 208 Mercales tipo I, 703 Mercales tipo II, 10 mil 440 Mercalitos y bodegas de Barrio Adentro, asimismo 2 mil 600 casas de alimentación que suministran comida a 260.000 personas, especialmente niños de la calle, ancianos y mujeres embarazadas.”

[8] Como curiosidad: la Asamblea Nacional Constituyente encargó al Centro de Estudios Políticos y Sociales de Valencia (España), formado por catedráticos de Derecho de diversas universidades españolas, la emisión del dictamen jurídico del nuevo texto constitucional, inmediatamente antes de su aprobación definitiva. A nuestros paisanos juristas burgueses les pareció muy bien.

[9] No sólo eso. La esclavitud no fue abolida. Bolívar proclamó la libertad de los esclavos (y liberó a los de su propiedad personal), pero lo cierto es que en las haciendas continuaron trabajando hasta pasado 1850, cuando el Parlamento promulgó la ley que abolió definitivamente la esclavitud, previa indemnización a los propietarios.

[10] Unas 100.000 familias habrían recibido 'títulos' de tenencia de tierras en estos tres años de aplicación, según el organismo encargado de ello, el INTI

[11] En una entrevista concedida a Agustín Blanco Muñoz el 24 de junio de 1998, seis meses antes de resultar elegido, publicada en el libro”Habla el Comandante”, declaraba: “Si no logramos la gobernabilidad, si no logramos transformar la estructura y el cuadro de fuerzas en el Congreso y en el Poder judicial y los factores reales, la CTV por ejemplo, que hay que demolerla, no habremos hecho nada”.

[12] Lo que, como en Portugal del 74-75, tuvo muy buena acogida entre las direcciones de 'ultraizquierda'.

[13] La primera versión de la pregunta se estableció mediante Acuerdo de 10 de octubre de 2000, de la Asamblea nacional, y decía: “¿Está Ud. de acuerdo con la convocatoria y elección de una Asamblea constituyente de los Trabajadores, bajo estatuto electoral especial aprobado por el Poder Judicial, previa consulta y oídos de los distintos movimientos organizados de los trabajadores, cuyo fin sea refundar el movimiento sindical venezolano en el marco del art. 95 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela?. Tras una auténtica batalla política y judicial, al conjunto de la 'ciudadanía' venezolana se le preguntó: “¿Está usted de acuerdo con la renovación de la dirigencia sindical, en un plazo de 180 días, y bajo estatuto electoral, conforme con los principios de alternabilidad, elección universal directa y secreta, consagrados en el artículo 95 de la Constitución y que suspendan en sus atribuciones a los directivos de las centrales, federaciones y confederaciones sindicales establecidas en el país?”

[14] http://www.bancomundial.org.ve

[15] Cambio 1$: año 1999: 607 bolívares; año 2003: 1600 bs; marzo de 2005: 2150 bs

[16] En 2004, hubo un incremento del gasto público del orden del 60 % nominal en bolívares corrientes, acompañado de la reducción de un 1 % en el IVA y la eliminación del impuesto sobre activos empresariales

[17] Panorama laboral 2004 de la OIT: “[Durante 2004] El salario industrial real aumentó en Argentina (8.6%), Brasil (9.1%), Chile (2.1%), Colombia (1.2%), Ecuador (7.2%), y México (2.3%), pero se contrajo en Paraguay (-2.5%), Uruguay (-1.4%) y Venezuela (-6.5%)”.

[18] La lista la completan Colombia, Haití, Cuba y México. Agencia EFE, 25 de febrero de 2005.

[19] En 1998, Luis Giusti, entonces presidente de PDVSA, luchó vehementemente por privatizar la empresa. Hoy día es asesor energético del presidente George W. Bush;

[20] http://www.circulosbolivarianos.org/: Círculos Bolivarianos: “Creación. El Presidente Hugo Chávez crea oficialmente el 11 de junio de 2001 los Círculos Bolivarianos (...) Concepto. Los Círculos Bolivarianos, son grupos organizados, conformados por el pueblo en un número variable que puede oscilar entre siete (07) a once (11) personas, las cuales se reúnen para discutir los problemas de su comunidad y canalizarlos a través del organismo competente, para buscar su pronta solución, basándose en lo consagrado en la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. (...)El máximo dirigente de los Círculos Bolivarianos será el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. La sede a nivel nacional e internacional en donde se llevarán los registros en lo que respecta a los Círculos Bolivarianos será el Palacio de Miraflores.

[21] A pesar de que nos ha explicado sin reírse que “en realidad, el Estado de Venezuela ya no está controlado por la burguesía”. (Los marxistas y la revolución venezolana. Allan Woods .El Militante. 10 de mayo de 2004).

[22] Caso de El Charcote, en manos del productor ganadero británico Vestey Group, y de Hato Piñero, Borges y Sanz, intervenidos en marzo de 2005.

[23] El famoso beneficiario del pelotazo de Galerías Preciados, con el gobierno de F. González