El referéndum destinado a perpetuar la Europa de la explotación y la opresión

Los jefes de Estado y ministros de exterior firmaron en Roma, el pasado 29 de octubre, el Tratado de Constitución para Europa. Representaban a 25 estados que tendrán que ‘ratificar’ este Tratado. Las Cortes del Reino de España aprobaron permitir al presidente del gobierno la firma del Tratado, el Tribunal Constitucional dictaminó también que no había nada que objetar a tal firma y que, para ello, no era necesario ningún cambio en la Constitución del Reino de España.

El 14 de noviembre, en unas jornadas del PSOE sobre la Constitución para Europa, Zapatero declaraba. “Todos los partidos estuvimos juntos a favor de la Constitución de 1978 y ahora vamos a estar juntos en la Constitución europea; es el mejor reconocimiento al triunfo de la democracia en España”. En las mismas jornadas Zapatero agradeció al PP su pronunciamiento a favor del sí a la Constitución para Europa. El 26 de noviembre se realizaba en Madrid un encuentro de líderes socialistas del Partido Socialista Europeo, todos se pronunciaban por apoyar la ‘Constitución europea’; Zapatero se dirigía a sus colegas con estas palabras: “Los socialistas tienen que ser la voz más poderosa en defensa de la Constitución Europea.” A principios de enero la dirección del PSOE prohibía realizar críticas al PP en la campaña del referéndum europeo. Los principales

partidos representantes de la burguesía española, el uno directamente y el otro indirectamente, conformaban un frente unido en defensa del mantenimiento y perpetuación de la dominación de la burguesía y de los imperialismos europeos; en la defensa de votar sí en el referéndum del pasado día 20 de febrero. A este frente se unieron CiU, PNV y Coalición Canaria. Por su parte, CCOO y UGT también se unieron al frente del sí al Tratado de Constitución para Europa.

IU se pronunció por votar no en el referéndum, no sin dejar claro que “los sectores de la derecha que piden el no son irrelevantes” y que “la izquierda tiene que plantarse” porque “se habla 78 veces de la necesidad de la competitividad del mercado, 28 de la estabilidad de precios y se cuentan con los dedos de una mano los aspectos sociales.” , según palabras de Llamazares. Por su parte, Esquerra Republicana de Catalunya también se pronunciaba por participar en el referéndum y llamaba a votar no porque, en boca de su Secretario General Joan Puig, “No existe Europa, no hay voluntad unificada de los Estados. Nosotros queremos más Europa y para eso hay que dar un toque de atención.”

Los mensajes del PSOE para participar y votar sí en el referéndum se resumían en su eslogan: “Se trata de Europa”; los de IU y acólitos en “otra Europa es posible”.

¿De qué Europa se trata?

Por más que Zapatero pretenda que “La Constitución promueve la cohesión económica, social y territorial porque el Tratado ‘constitucionaliza’ el modelo social de Europa” lo que el Tratado constitucionaliza de forma muy concreta en su Parte III (“De las políticas y el funcionamiento de la Unión”) es la Europa sometida a la burguesía y al imperialismo ya que la declaración de intenciones de su artículo I-3 (“La Unión obrará en pro del desarrollo sostenible de Europa basado en un crecimiento económico equilibrado ... en una economía social de mercado altamente competitiva...”) sólo plasma políticas concretas en el sentido de asegurar la mayor flexibilidad del mercado laboral en aras de la defensa de la ‘competencia’ y la ‘competitividad’. En vano buscará un joven trabajador en toda la parte no declarativa, la III, alguna concreción de cara a esos prometidos derechos sociales... no encontrará nada. Con placer leerá todo empresario ‘necesitado’ de aumentar la explotación de sus trabajadores, para mejor competir, este apartado pues está consagrado a ‘institucionalizar’ la explotación del hombre por el hombre, el respeto sacrosanto a las fronteras estatales, la garantías para que las grandes potencias imperialistas europeas puedan seguir con sus tejemanejes en defensa de los intereses de una minoría. Todo ello bendecido con la más rancia y oscurantista tradición religiosa, como muy acertadamente reconocía el eurodiputado del PP Iñigo Méndez. “Los tratados de la UE nunca han incluido referencias religiosas. En la Constitución, en cambio, hay un reconocimiento de las Iglesias y de sus relaciones con la Unión. Y hay una referencia a la herencia religiosa en Europa..”; en efecto, el Preámbulo comienza “Inspirándose en la herencia cultural, religiosa...”

Con razón Zapatero podía afirmar el 11 de febrero en Barcelona, acompañado por el líder burgués francés Chirac, que el acto al que estaban convocados los simpatizantes del PSOE era “un acto que no es de partido, porque la decisión que tenemos que tomar no es una decisión de partido sino de país”. Pero en este ‘país’ están incluidos los explotados y los explotadores, la burguesía. Y la Constitución se hace para perpetuar la dominación de ésta, para asegurar el mantenimiento de la explotación.

Cándido Méndez, Secretario General de UGT, defendía el sí a la Constitución, entre otras cosas, porque “define el modelo económico como economía social de mercado”, ya hemos visto que, para ser más exactos, la Constitución continúa aclarando ‘altamente competitiva’, cuestión que Méndez olvidaba citar. Otro argumento que usó fue que “se está mejorando nuestra correlación como trabajadores y sindicatos frente a la estrategia de las multinacionales” pasando a recalcar que existen 640 comités de empresa europeos, sólo con facultades de información y consulta, para responderse a sí mismo a su misma pregunta: “¿Significa eso que de la noche a la mañana vaya a existir un convenio europeo en una empresa? No, pero es la base necesaria para poder plantearlo”. De la noche a la mañana no será posible lo que desearía Cándido pero en octubre pasado ya fue posible la creación de empresas bajo el paraguas legal de Sociedad Europea, empresas que tendrán garantizada por la normativa europea, aprobada el pasado 8 de octubre, la división de sus trabajadores estado por estado y la posibilidad de cambiar sus sede social de estado a estado sin cortapisas y unificar su gestión y publicación de información financiera acabando con la división en filiales por países si así le interesa al gran capital.

Otra Europa es posible, sí..

pero ¿cuál y cómo?

Los partidarios de participar en el referéndum votando no a este Tratado, porque ‘otra Europa es posible’, desarrollaron una campaña de bajo perfil con el obvio objetivo de no aumentar la abrumadora abstención de las últimas elecciones europeas y porque están apresados en su apoyo a esta Europa; a la Europa del gran capital y de los imperialismos. Por eso debían acabar excusándose, por su llamamiento a votar no, con palabras como las citadas más arriba: “hay que dar un toque de atención”, “la izquierda debe plantarse”. Y ello porque sus propuestas políticas se enmarcan dentro del respeto a la ‘construcción europea’ bajo la batuta de la clase social que llevó y lleva la destrucción al continente, bajo la dominación de la burguesía. Gaspar Llamazares lo dejó muy claro cuando afirmó el 10 de febrero que no pretendía “una Constitución a la carta de la izquierda” sino avivar un debate “en lo que es la identidad europea”.

Bajo el dictado del capitalismo, la Europa que se avecina es la Europa de las guerras fraticidas en los Balcanes, de las intervenciones imperialistas en la misma Europa (Yugoslavia) o en el resto del mundo (Irak, Haití, Costa de Marfil..), de las fronteras nacionales que encarcelan a trabajadores y naciones oprimidas, de la destrucción de puestos de trabajo, de la ruina para los pequeños agricultores y el engrandecimiento de los terratenientes y grandes empresas agrarias, del aumento de la explotación en aras de defender la ‘competitividad’, de la pérdida de conquistas sociales gracias a la prosecución de la destrucción de la sanidad y educación públicas y gratuitas; del avance del oscurantismo religioso so capa del respeto a la ‘diversidad’. Porque todos los ‘avances’ que se han realizado en la ‘construcción europea’ lo han sido hacia la protección del mercado (tanto interior como exterior), hacia el aumento del grado de explotación de la clase obrera asegurando la bajada de los salarios tanto los directos como los ‘diferidos’ (sanidad y jubilaciones); porque los ‘avances’ para asegurar la paz lo han sido o bien para plegarse a la paz militar de EEUU o bien para imponer la ‘paz’ de las armas, de los bombardeos y la ocupación imperialista. Puede que Zapatero tuviera un lapsus cuando afirmó, el 15 de febrero, que el Tratado para la Constitución europea es “el camino más sólido que ha conocido la historia hacia el ideal de la paz perpetua”, la paz perpetua tiene en castellano connotaciones de cementerio. Y es que no puede ser de otra forma pues lo único que unifica a las diversas burguesías europeas son los ataques contra la clase obrera y la pequeña burguesía (especialmente los pequeños agricultores) y las componendas para mantener sus precarias posiciones imperialistas. Si ‘otra Europa es posible’ tendrá que ser rompiendo la dominación de la clase burguesa, dominación que se ejerce política, policial y militarmente a través de los estados actuales y que éstos coordinan a nivel europeo en la Comisión Europea, y que ésta impone al supuesto ‘Parlamento Europeo’.

¿Cómo la España de la explotación capitalista?
En el mitin de cierre de campaña que el PSOE celebró el 18 de febrero en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, Zapatero clamó vehementemente por voto “masivo”, prometió que el Tratado de Constitución para Europa acabaría con “la lacra del terrorismo” (a menos de un año del atentado antiobrero en Madrid de los reaccionarios islamistas) pero, sobretodo, insistió en su mensaje (como había hecho el día anterior en Zaragoza) de equiparar la votación en el referéndum sobre el Tratado con la de la Constitución monárquica y capitalista española de 1978; como entonces, la socialdemocracia cerraba filas con los más preclaros defensores del sistema capitalista, del Rey impuesto por Franco y, por tanto, Zapatero no pudo menos que dar gracias a Felipe González, Carrillo y... Fraga Iribarne. El mismo día, también en el mitin de cierre de campaña, el líder del PP, Rajoy afirmaba “Lo único que nos interesa del referéndum es que gane el sí”
El resultado del referéndum: las abstención traduce la conciencia política de las masas sobre de qué Europa se trata

Por más interés que los dos partidos del ‘frente constitucionalista’ (PSOE y PP), más el de los partidos burgueses nacionalistas catalanes, vascos y canarios, le pusieron a la campaña a favor de votar sí al Tratado para la Constitución europea la abstención fue histórica. Más de veinte millones de los posibles votantes no acudieron a las urnas. La votación del referéndum arrojó la más alta abstención de toda la historia de las elecciones realizadas en el marco de la Constitución monárquica de 1978. Y ello comparando con las elecciones generales, con los diversos referéndum (de 1976, sobre el proyecto de reforma política; de 1978, Constitución monárquica; 1979, sobre estatutos de autonomía de Catalunya y País Vasco; y el de 1986, sobre continuidad en la OTAN) e, incluso, con las diversas convocatorias electorales europeas (en el referéndum la abstención alcanzó el 57,6% frente al 54,8%, por ejemplo, de las últimas elecciones europeas). Se le han dado muchas interpretaciones que todas, básicamente, acaban con la conclusión de que en las elecciones europeas la abstención es alta porque eso es lo que ocurre en la media europea, conclusión que trata de alejar la interpretación política suplantándola por una especie de interpretación híbrida entre ‘lo cultural’ (¡moderno, como no, por europeo!) y pedagógico (las masas españolas necesitarían más práctica o didáctica de la importancia de lo europeo, bueno, sí... también las francesas, alemanas, etc.). La conclusión política, sin embargo, es tan evidente que ni toneladas de sesudos análisis de ‘expertos’ pueden obviarla: esta construcción de Europa, la de los estados y los imperialismos conchabados bajo la manta de la UE, se hace a espaldas de los electores y, por tanto, contra la democracia; resultado: abstención... por ahora.

El no y la abstención fueron superiores a la media en Catalunya (no: 28%; abstención: 59%) y País Vasco (no 33,6%; abstención 61%). También en Navarra y Madrid, aunque en menor medida. La prensa trata de consolar a las elites burguesas con la justificación de que en estas dos ‘comunidades’ los partidos que propugnaban el no tienen más implantación que en el resto de España; evidente. Pero en España, tomada en su conjunto, resulta que el resultado del sí no se correlaciona con el resultado, en las anteriores elecciones, de los partidos que apoyan esta opción. Un ejemplo: el PP y el PSOE lograron el 84,6% de los votos en las pasadas elecciones europeas frente al 76,6% logrado por el sí en este referéndum europeo; el dato cobra mayor significación si se tiene en cuenta que el sí también ha sido apoyado por el PNV, CiU y CC, y, por otra parte, no pierde significación sino que, por el contrario, gana más si se tiene en cuenta que en algunos distritos electorales que son feudos tradicionales del PP (y no de IU) el no alcanzó un resultado por encima de la media. ¿Qué los dirigentes del PP, partido que representa directamente a la burguesía española, han lanzado un mensaje contradictorio que se ha traducido en que algunos de sus votantes hayan optado por el no para ‘castigar a Zapatero? Esto sólo demuestra la poca credibilidad que la burguesía le da a la ‘construcción europea’ sobre la base de la democracia: sabe de sobras que esta construcción se basa en la imposición y que, sea cual sea el resultado de los referéndum, si no se impone la ‘construcción europea’ sobre la base de los estados capitalistas, de la explotación del hombre por el hombre y de la rapiña imperialista lo que se terciara imponer será la destrucción europea como en otras ocasiones ya se ha hecho.

RESULTADO REFERÉNDUM

SOBRE EL TRATADO PARA UNA CONSTITUCIÓN PARA EUROPA (20 febrero 2005)

CENSO 34.687.888

VOTOS

VOTOS

NO

VOTOS EN BLANCO

ABSTENCIÓN

20.737.796

Votos emitidos (13.949.092)

10.694.381

2.412.151

842.560

Porcentaje sobre total votantes

76,6%

17,2%

6%

Porcentaje sobre censo

30%

6,9%

2,4%

57,6%

Tanto el PP como el PSOE se autofelicitaron por el triunfo del sí. El PP, en la oposición, tachó el resultado como decepcionante por la abstención achacándola al PSOE y asegurando que, con Rajoy en el Gobierno, la participación hubiera sido mucho mayor. La dirección del PSOE hizo de tripas corazón y presentó buena cara a un exiguo 30% del censo en apoyo al sí al Tratado: sólo 3 de cada diez españoles en edad de votar apoyan el Tratado firmado, ya antes de la votación, por Zapatero. Si éste había comparado la votación del día 20 con la del 6 de diciembre de 1978, no se explica como puede ratificar la firma del Tratado y seguir reivindicándose demócrata: aquel referéndum tuvo una abstención del 33% frente a al abrumador 57,6% de este.

Los representantes de los imperialismos más importantes de la UE no tardaron, el mismo día 21, en felicitar a España por tan ‘masivo’ sí. Schröder señaló que este resultado era “un buen ejemplo” llegando a afirmar que “España se ha pronunciado de forma inequívoca por una Europa moderna, pacífica y social”; parece que el socialdemócrata Schröder o no sabe hacer bien las cuentas o cree que los trabajadores alemanes no las saben hacer. ¿‘España’ sólo son 3 de cada 10 ‘ciudadanos’? Por su parte, Chirac, de tan atrevido que fue, rozó la imprudencia cuando señaló el resultado como “un símbolo fuerte” que “muestra el camino a los otros países de la UE”. Este compendio de cuentas mal hechas, distorsiones, mixtificaciones y mentiras lo resumió muy bien el

ministro español de Exteriores, Moratinos, afirmando. “las ciudadanas y los ciudadanos españoles han dado un sí rotundo a Europa y a la Constitución europea, un sí, rotundo a los valores europeos, a la Europa del siglo XXI”. ¿Desde cuando la rotundidad en una votación es que una ciudadana y media de cada diez posibles votantes voten a favor, o, visto de otra manera y siguiendo a Moratinos, que un ciudadano y medio de cada diez posibles votantes voten a favor?

Las reivindicaciones del sí y las de no:

expresión de la reacción

Gaspar Llamazares reivindicó para IU el día 20 el resultado del no de la siguiente forma: “nosotros somos los responsables de la gestión del no, que en España es todo progresista, de izquierdas y europeísta crítico. Nadie puede reclamar el no más allá de quienes lo hemos propuesto”. Esta afirmación se compadece mal con el análisis del resultado electoral, es evidente que parte de la ‘derecha’, de los ‘no progresistas’ pusieron su granito de arena en el porcentaje del no; Llamazares consigue, de nuevo como en otras ocasiones, alzarse por encima del cotidiano quehacer político reformista en el marco de la Constitución monárquica para alcanzar las cumbres de la utopía... reaccionaria.

Por su parte, Carod, por ERC, afirmaba el mismo día cosas como que el no en Catalunya era la expresión de una “disconformidad con la Europa de los Estados que ignora Cataluña” y analizaba el 28% de votos negativos en Catalunya como un “avance” de la “izquierda nacional” y achacaba el flojo resultado del sí a un “retroceso” de los “partidos tradicionales”. De nuevo estamos ante un cielo de utopía reaccionaria (única explicación al concepto ‘izquierda nacional’ ya que estos señores olvidan que para llenar de algún contenido el término ‘izquierda’ éste debe ser el internacionalismo) y, además, ante alguna incongruencia cognitiva ya que, que se sepa, CiU, por ejemplo, es un partido con mucha menos ‘tradición’ que la propia ERC a la que él representa.

Imaz, presidente del PNV, trataba de hacer valer el esfuerzo realizado por este partido tradicional, este sí, de la burguesía vasca en aras del triunfo del sí. Aprovechaba para hacer pasar agua por su molino y señalaba que el alto porcentaje del no en el País Vasco exigía a la Unión Europea un esfuerzo para “acercarse a las realidades naturales que están por debajo de los Estados”. Ciertamente es difícil calibrar

qué realidad natural está por debajo de un Estado que es una realidad política. A la espera de que Jon Imaz explique mejor esta cuestión, tenemos derecho a pensar que él se refiere al País Vasco (bajo su responsabilidad queda el que esta realidad esté ‘por debajo’ del Estado). Pero al definir al País Vasco como una ‘realidad natural’ deja muy claro su concepto de nación, logrando superar a sus reaccionarios antecesores etnicistas y situándose en primera fila de la reacción medieval.

Lo que destaca en la reivindicación del sí por parte del PSOE y del PP es su intento de ‘normalizar’ la abstención (recurso al que, al fin de cuentas, han tenido que llegar también los dirigentes del PP). Ello era necesario para barnizar de democracia el valor del sí y, por tanto, la antidemocrática ‘construcción europea’. Aceptemos esta línea de razonamiento ya que, al fin y al cabo, el país con mayor índice de abstención en los procesos electorales es el paradigma burgués de la democracia: los EEUU.

Pero este mismo tipo de justificaciones y mistificaciones no hace más que dejar aún más claro qué significa el imperialismo en el plano político: el triunfo de la reacción en toda la línea.

Sí, es preciso construir ‘otra Europa’

pero ello sólo es posible a través del socialismo, a través de la expropiación del capital

Nos serán ni los partidos ‘socialistas’ o socialdemócratas ni los partidos provenientes del estalinismo quienes asegurarán a la clase obrera y a la juventud la construcción de la Europa de la paz y la prosperidad pues llevan ya muchos años colaborando en la ‘construcción’ de la Europa de la explotación y la opresión. Para enfrentar la tarea de unificar Europa, los trabajadores y la juventud cuentan ya con las organizaciones políticas y sindicales que hace tiempo construyeron pero que están dirigidas por agentes de la burguesía, que realizan políticas proburguesas; sería suficiente con que estas organizaciones articularan un Frente Único Obrero europeo contra la burguesía para reanudar el camino emprendido por la revolución proletaria de 1917, único camino que llevaba realmente hacia la unificación europea; este Frente sí que abriría esperanzas en la clase obrera y provocaría una participación masiva en la lucha por una Europa Unificada.

Ante la constante negación a dirigir la lucha contra el capital y la explotación, contra la rapiña imperialista, por parte de estas organizaciones, cada día que pasa se le hace más perentorio a la clase obrera y la juventud europeas la construcción de nuevas organizaciones, limpias de la corrupción burguesa, realmente internacionalistas y volcadas por completo en la lucha por acabar con la opresión y la explotación porque, mientras el poder del Estado siga en manos de los representantes de la burguesía, mientras los medios de producción y de distribución sigan siendo monopolio de unos pocos, será imposible construir una Europa unificada y libre de la explotación y opresión, tanto de sus propios ‘ciudadanos’ como de los países semicolonizados.

11 de marzo de 2005