No es una guerra: es Israel atacando militarmente a Gaza, un gigantesco campo de concentración
El ejército sionista está bombardeando indiscriminadamente al millón y medio de palestinos encerrados en Gaza, un gigantesco campo de concentración rodeado de muros y alambradas, donde todos los suministros necesarios para la vida, desde el agua y la electricidad hasta los alimentos y medicinas, son controlados, y actualmente bloqueados, por Israel. Ya en estos pocos días los muertos se cuentan por centenares, los heridos -sin posibilidad de asistencia- por miles, el sufrimiento de toda la población es indescriptible.
Los trabajadores y las trabajadoras del mundo entero no pueden permanecer neutrales en este conflicto. Su contribución más eficaz debe ser enfrentarse a sus propios gobiernos si éstos son cómplices de la agresión sionista, como es el caso del español, quien mantiene relaciones preferentes con Israel, mientras, de vez en cuando, deja caer alguna hipócrita lagrimita humanitaria por la población palestina.
¡Es una responsabilidad sangrante de los sindicatos y partidos obreros la convocatoria inmediata de manifestaciones masivas ante las representaciones diplomáticas o comerciales de Israel y los gobiernos civiles, para exigir el cese inmediato de la ofensiva militar y el bloqueo de Israel contra Gaza y al gobierno que rompa todas las relaciones, empezando por la compra y venta de armas, con el estado asesino de Israel!
¡Abajo el estado sionista!
Israel es el resultado del proyecto de los nacionalistas judíos, de aquellos que negociaron después de 1933 con el régimen de Hitler y se negaron a llamar a los judíos de Europa a la resistencia contra los nazis. Israel nació de la expoliación de los árabes de una parte de Palestina por los sionistas, con el soporte imprescindible del imperialismo estadounidense, apoyado por los imperialismos europeos y de la burocracia del Kremlin. El Estado sionista es, desde su creación artificial en 1948, una gran base militar de Estados Unidos en el Próximo Oriente, zona estratégica para el control de las mayores reservas petroleras del mundo. De Estados Unidos depende económica, presupuestaria y militarmente. El ejército de Israel es heredero de los movimientos terroristas sionistas y agente de la división de Palestina y de la expulsión, por una minúscula minoría de los judíos del mundo, de cerca de un millón de habitantes árabes de la parte que ocupa, refugiados desde hace 60 años en los países vecinos, donde actualmente se calcula que alcanzan los 5 millones. Es un ejército colonial, subsidiario del norteamericano en todos los sentidos, que emplea todos los métodos de los ejércitos coloniales contra las naciones que oprimen: expulsiones del territorio, creación de guetos, asesinatos, detenciones 'administrativas' sin acusación ni juicio, torturas, destrucción de viviendas e infraestructuras, castigos colectivos, ejecuciones sumarias, genocidios calculados...
¡Liberación de todos los presos políticos palestinos detenidos en las cárceles de Israel!
¡Derecho al retorno de los refugiados palestinos!
¡Fuera manos imperialistas de Irak, Siria y de Irán!
¡Inmediata retirada de todas las tropas españolas de Afganistán y Líbano!
¡Inmediata retirada de todas las tropas imperialistas extranjeras (estadounidenses, británicas, francesas, alemanas, etc.) de Irak, Afganistán, Líbano y de todo Próximo y Medio Oriente!
La lógica colonial del sionismo y las intervenciones imperialistas que lo sustentan hunden al Oriente Próximo en la guerra. El pueblo palestino, por su parte, no ha dejado de mostrar una capacidad de resistencia y lucha de una heroicidad histórica. Pero todos sus sacrificios y movimientos revolucionarios tropiezan una y otra vez contra los muros que levantan las direcciones nacionalistas burguesas del movimiento palestino, que a lo largo del tiempo han ido aceptando los acuerdos más aberrantes con Israel, bajo la tutela de los Estados Unidos.
Actualmente, desde Fatah hasta Hamás, estas direcciones los atan a los intereses de los diferentes regímenes árabes o persa de la región, haciéndoles confiar en presiones sobre la ONU y sobre los Estados Unidos y, en ocasiones -como es el caso de Hamás- introduciendo a sus seguidores en la más sórdida beatería musulmana, que pretende imponer a la sociedad palestina el sufrimiento añadido del retorno a los códigos morales, civiles y penales de la profunda Edad Media.
A día de hoy, todas estas fuerzas políticas palestinas, ligadas a las burguesías vecinas, han capitulado o preparan la capitulación ante la ONU y el imperialismo dominante, aceptando un estado a la carta según el gusto de Israel. Por su parte, todas la burguesías vecinas han masacrado a los palestinos en el pasado (Jordania, Siria, Líbano) o reprimen a las nacionalidades oprimidas, a las mujeres y a los trabajadores (Irán) o, como está haciendo hoy mismo Egipto, colaboran directamente con Israel para impedir la salida de Gaza de la población aterrorizada y sin medios de subsistencia.
Sólo cuando el proletariado de todo el Oriente Próximo consiga organizarse, con sus propios métodos y objetivos, será posible la definitiva expulsión del imperialismo, el fin de la división de Palestina, de la explotación, opresión y retraso social, de la guerra permanente que hunde en la miseria y sufrimientos infinitos a las masas de la región.
¡Por una revolución dirigida por el proletariado que derroque al estado sionista y también a los estados vasallos como Jordania! ¡Por la formación de consejos de obreros y campesinos y milicias armadas bajo su control, como durante la primera Intifada!
¡Por una Palestina unida, laica y socialista en el seno de una Federación Socialista del Oriente Próximo!