2009-01-05, 1º de Mayo 2009
CONSTRUIR EL SOCIALISMO ES UNA TAREA URGENTE
El capitalismo está demostrando este año muy a las claras lo que es en realidad: explotación, trabajo precario, paro, destrucción de fuerzas productivas, deudas parásitas, supeditación de la ciencia a los intereses de un puñado de financieros, destrucción incontrolada de los recursos naturales... Los males que hacen mella en la sociedad actual no han caído del cielo a consecuencia de cualquier ‘tormenta' llámese financiera o llámese de otro modo. La propaganda de la época de la globalización, de la mundialización, se enfrenta ahora al gran desmentido de la historia: el régimen social y económico imperante es el del capitalismo en su fase imperialista. Un régimen que amenaza con llevarnos a la barbarie si la clase obrera no es capaz de construir su alternativa.
La actual crisis comenzó, como todas las crisis cíclicas del capitalismo, en la esfera del crédito y ahora impacta de lleno en todas las ramas de la economía capitalista. Hasta aquí nada de nuevo: el capitalismo exige periódicamente una enorme destrucción de fuerzas productivas para poder, así, comenzar un nuevo ciclo de acumulación gracias a una renovada capacidad de obtener beneficios a costa de la miseria de las masas. No importa que sobren las mercancías, no importa que sobre la riqueza material: las masas están condenadas a padecer subconsumo, incluso hambre, porque la ley objetiva que hace funcionar al capitalismo así lo exige, esa ley es la ley de la sed de beneficios. El único sentido de existencia del régimen social y económico del capitalismo es el beneficio por el beneficio no la satisfacción de las necesidades de la humanidad: "La producción de plusvalía, la obtención del lucro, tal es la ley absoluta de este sistema de producción" (Marx).
Pero esta crisis está adquiriendo un carácter específico que deja al desnudo la terrible realidad del imperio del capital financiero: el enorme parasitismo que éste le impone a la producción amenaza con hacer retroceder a la humanidad más de un siglo. Ningún comentarista burgués puede ya ocultar la realidad: la actual crisis está alcanzando ‘record' desconocidos desde que se tienen estadísticas... y ninguno de ellos le ve el final.
La carrera de armamentos que parecía atenuada se renueva con nuevos participantes... pero con los mismos beneficiados: los países imperialistas productores de armamento. Sin lugar a dudas otra vez la economía de armamentos será un recurso para el capitalismo. Se trata de producir directamente mercancías que son fuerzas destructivas... pero que producen beneficios al capital financiero. Por doquier las guerras localizadas en determinadas regiones amenazan contagiar al planeta entero. Todas las guerras de ocupación llevadas a cabo para mayor beneficio del imperialismo estadounidense, en fase de coma económico, no han resultado en la cacareada ‘democratización' sino en la destrucción de países enteros, en riadas de fango de corrupción financiera y moral, en dolor y sangre para las poblaciones afectadas.
La ‘globalización', la restauración del capitalismo en la URSS, el dominio del capital sobre China, todo ello sólo ha repercutido en añadir más millones de seres humanos a la explotación capitalista, en aumentar la pobreza en el mundo, en llevar el hambre a países excedentarios en producción de alimentos. El capitalismo ha demostrado que es un sistema social, un modo de producción, caduco. El futuro de la humanidad está en juego y para que este futuro no sea el de las guerras, el hambre, la explotación y opresión, la clase obrera tendrá que construir el socialismo. Sí, el socialismo: la producción y distribución de bienes en función de las necesidades de las personas, bajo control y decisión democráticos.
Sin embargo las políticas que las direcciones de la clase obrera han llevado a cabo a favor del capitalismo han hecho que ésta tema en cierta medida marchar hacia el socialismo. Tanto la socialdemocracia como el estalinismo han anegado la conciencia de la clase obrera y de los campesinos pobres de un enorme desengaño. A pesar de haber construido organizaciones políticas y sindicales que le posibilitarían tomar el poder y ejercerlo en beneficio de la humanidad, la clase obrera ha visto como estas organizaciones eran corroídas desde dentro por direcciones que se han convertido en agentes directos de la clase parasitaria: de la burguesía. Pero "las leyes de la Historia son más fuertes que los aparatos burocráticos" (Trotsky). Así es: "Las condiciones objetivas para la revolución proletaria no sólo han ‘madurado', han empezado a pudrirse. En el próximo período histórico, de no realizar la revolución socialista, toda la civilización humana se verá amenazada por una catástrofe." (Trotsky)
Muchos trabajadores temen marchar decididamente hacia el socialismo porque son muy conscientes de que ninguna clase social dominante abandona el poder sin resistencia armada. Es decir: temen las consecuencias de la reacción de la burguesía armada hasta los dientes. Temen preparar la necesaria insurrección armada. Pero la burguesía está ya en plena contra-insurrección armada ‘preventiva'. Si nuestra clase no es capaz de imponer su solución la burguesía lo seguirá haciendo cada vez a costa de más sangre.
Otros trabajadores y campesinos pobres no ven claro marchar hacia el socialismo tras la experiencia, principalmente, de la degeneración del primer estado obrero triunfante de la historia: Rusia. No fue el socialismo el que fracasó en Rusia: fue la degeneración estalinista la que llevó la gran conquista del estado obrero a su peor caricatura, a la dictadura de una nueva aristocracia ‘soviética'. Y ha sido el capitalismo restaurado el que ha aumentado de forma exponencial la miseria en los antiguos países ‘socialistas'.
Otros trabajadores piensan que los sacrificios a que les someterá la clase burguesa si osan arrebatarle el poder serán superiores a los que les someterá con esta crisis que destruye a pasos agigantados las riquezas creadas por ellos. Piensan que la crisis les somete a muchas desgracias pero que cuando pase, si pasa, de nuevo podrán encontrar trabajo, de nuevo volverán a poder hacer jornadas extenuantes pero recibirán un poco más de sueldo. Es decir: se creen el mensaje tranquilizador y proburgués de la socialdemocracia que les pide sacrificios cuando la economía va bien (para que no vaya mal) y más sacrificios cuando la economía va mal... porque así se volverá a una situación en que se podrá ‘redistribuir' la riqueza. Esta es una receta tan vieja como el mismo capitalismo. Lo único que ha ‘redistribuido' el capitalismo en toda su historia de forma generosa ha sido explotación y opresión. La única ‘redistribución' a favor de las masas que ha producido el capitalismo en su ya larga historia ha sido la que esas mismas masas le han arrancado con su lucha: son esas conquistas obreras las que están en peligro inmediato en el momento actual. El capitalismo necesita urgentemente redoblar la explotación de la clase obrera, la explotación sobre millones y millones de seres humanos ya sean obreros de los países más ricos, ya sean obreros o campesinos de los países más pobres. El capitalismo está dispuesto a hacer saltar por los aires el planeta con tal de mantener su dominación, está dispuesto a esquilmar todos los recursos naturales siempre que ello le rinda algún beneficio.
Sin embargo hoy en día la ciencia y la técnica están en un punto en que hace más posible que nunca la realización del socialismo. Es más: sin el socialismo los avances de la ciencia se convierten a menudo en amenazas de destrucción pues se aplican sólo si sacian la sed de beneficio del capital financiero. El capitalismo es un enorme freno al avance científico. La misma técnica que ha posibilitado el gran robo multimillonario que ha sido el último boom capitalista permitiría controlar la producción y distribución de riquezas sobre una base realmente democrática: los mismos trabajadores y consumidores decidirían qué y cómo producir, qué y cómo distribuir sobre la base de organizaciones de tipo soviético. Ejemplos en la historia no faltan, pero no es preciso repetirla en aquello que tuvo de errores pues la clase obrera también está ahora más preparada que antes.
En este primero de mayo de 2009 sigue pendiente la gran tarea histórica de la clase obrera: la expropiación de los expropiadores. Entre otras muchas cosas esta crisis está demostrando una cosa: Marx no "está pasado de moda". Sus palabras siguen vigentes y entre ellas estas de su libro El Capital: "El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual, basada en el propio trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su primera negación. Es la negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en al cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo."
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