Editorial

ES NECESARIO Y POSIBLE GENERALIZAR LA RESISTENCIA CONTRA LA OFENSIVA DE LA BURGUESÍA
Las condiciones para pasar a la ofensiva existen ya,

para ello es preciso imponer un frente único de las organizaciones que creó la clase obrera para la defensa de sus intereses

¡HAY QUE PASAR A LA OFENSIVA!

Un crecimiento económico con los pies de barro que sigue tropezando con la impotencia para aprovechar las posibilidades de las fuerzas productivas

Ninguna economía nacional puede escapar a las leyes del desarrollo del capitalismo en su fase imperialista. En estos momentos las economías de los diferentes imperialismos se encuentran en fases diferentes del ciclo económico pero, en líneas generales, “el buen comportamiento de la economía mundial a lo largo de 2005 se prolongó en los meses finales del año” según el Banco de España. Las diferentes zonas geográficas han mantenido un crecimiento económico “elevado” y unas tasas de inflación “moderadas”. El Banco de España vaticina para el presente año “un crecimiento similar al observado en 2005”. Este crecimiento medio a nivel mundial se situó en 2005 alrededor del 4,5%. Las curvas de crecimiento del Producto Interior Bruto de las economías imperialistas, sin embargo, muestran una evolución en ascenso (desde niveles por debajo del 2%) a partir de 2002 que en su apogeo mayor no superó el 4% en la primera mitad de 2004 para estabilizarse en el 2005, de nuevo, alrededor del 2%. Como señaló Trotsky, bajo la fase imperialista del capitalismo los períodos de alza del ciclo económico han perdido la lozanía del capitalismo en su juventud. El mismo informe del Banco de España que vaticina un ‘buen comportamiento’ de la economía mundial para este año no puede dejar de señalar que “persisten, sin embargo, las incertidumbres y los riesgos”. El mayor de ellos es el aumento de los desequilibrios comerciales (los déficit comerciales de algunos, los excedentes de otros). La superación de estos desequilibrios comerciales supondría enfrentar una mayor devaluación de dólar y una subida de los tipos de interés.

Le economía china ha ‘provocado’ en buena parte déficit comerciales a diversas economías imperialistas, de entre las cuales la estadounidense. Este hecho es una buena ilustración de los límites del capitalismo en su fase imperialista: a pesar de haber logrado reconquistar para el capital privado buena parte de la economía china y por completo la rusa, el capitalismo no puede recuperar la lozanía de su época juvenil cuando la conquista de nuevos mercados se veía acompañada de una progresión geométrica del acrecentamiento de sus fuerzas productivas.

Realmente la economía mundial imperialista sigue demostrando que sólo a costa del endeudamiento, del enorme parasitismo que los ‘mercados financieros’ ejercen sobre la sociedad mediante la deuda pública y que el capital financiero ejerce sobre el capital productivo, del aumento de la extracción de plusvalía (es decir de la explotación) a las clases obreras de las metrópolis, del acrecentamiento de la rapiña sobre los recursos naturales de los países dominados y de la sobreexplotación de sus clases obreras y de sus campesinados, puede mantenerse a flote.

Pero, a pesar de encontrarse en el punto alto del ciclo económico, el imperialismo es incapaz de poner a disposición de la humanidad los avances que el pleno desarrollo de las fuerzas productivas producirían. De hecho la utilización de la capacidad productiva de la economía de los imperialismos del euro sólo en el punto álgido del 2004 rozó el 82% de sus posibilidades. El aumento en la inversión en bienes de equipo, es decir en capital constante destinado a facilitar el acrecentamiento de la explotación mediante el aumento de la tasa de plusvalía relativa, está destinado a permanecer ocioso mientras millones de seres humanos son condenados al hambre.

‘pleno empleo’ imperialista: masas de parados, masas de trabajadores en precario

El capitalismo necesita mantener continuamente un ejército de reserva de mano de obra para echar mano de ella durante los ciclos de alza de la economía. Pero también necesita mantenerlo durante las fases de aumento de la actividad económica con el fin de que la competencia entre los obreros continue para, así, poder presionar a la baja sobre sus salarios. En su fase imperialista, el capitalismo ha convertido a este ejército de reserva de mano de obra, es decir a los parados, en un ejército permanente que aumenta masivamente durante las crisis pero que nunca deja de existir durante los cortos períodos de alza económica. El ‘pleno empleo’ en la economía imperialista es, simplemente, una tasa de paro baja. Desde el año 2002 las economías imperialistas de Estados Unidos, Japón y Reino Unido han visto descender continuamente la tasa de paro mientras que la de los imperialismos coaligados bajo en la UEM (la Europa del euro) la han mantenido entre el 9% y el 8%. Pero ello ha sido a costa de aumentar constantemente los empleos precarios y de mantener a capas de la clase obrera, particularmente los inmigrantes y la juventud, sometidas a tasas de paro por encima del 15%.

La burguesía redobla sus ataques contra la clase obrera y las masas en general para enfrentar bajo condiciones óptimas la próxima crisis económica

El aumento de los trabajadores ocupados (la clase obrera sigue creciendo a nivel mundial por más que les pese a los agoreros de su desaparición) ha ido acompañado de continuos ataques a las condiciones salariales y de trabajo. Los salarios siguen bajando; en los Estados Unidos (entre 1984 y 1994) ya bajaron en un 6,4% y en la última década aún lo han hecho en mayor medida; en los imperialismos de la UE del euro han mantenido la tendencia descendente que viene de lejos y que desde el año 2002 supuso una bajada media aproximada de un 2%. De nuevo, este descenso de los salarios se agudiza en determinadas capas de la clase obrera. A este descenso de los salarios se le une el descenso del salario diferido, los continuos recortes a las jubilaciones en los imperialismos europeos y los ataques, aún más brutales, contra las pensiones en los Estados Unidos.

La crisis de ‘sobreproducción’ mundial amenaza con estallar

Los déficit comerciales son, en parte, una expresión del despilfarro de riqueza a que el capitalismo somete a la humanidad a través de la anarquía en la producción a que la somete debido a la exacerbada competencia entre capitalistas; esta anarquía en la producción se ve agudizada bajo el imperialismo que, concentrando al máximo el capital, construye monopolios que luchan a muerte entre ellos dejando en el campo de batalla a millones de seres humanos sometidos a la miseria, privados de cualquier perspectiva de futuro que no sea la muerte por hambre, como resultado de las guerras de ‘baja intensidad’ o destripados por el armamento más sofisticado jamás hasta ahora producido por el hombre.

Por otra parte, la necesidad de aumentar la explotación del hombre por el hombre, para saciar la sed de beneficios consustancial al capitalismo, hace que la capacidad de consumo de las masas a nivel mundial (y en la última década de forma particular en el interior de cada metrópolis imperialista) cada vez sea más limitada y, por tanto, las mercancías producidas no puedan ser vendidas. La economía de armamentos (es decir de fuerzas destructivas) no consigue llenar el hueco que el bajo consumo de las masas deja, por más que aumente día a día.

Anarquía en la producción (déficit comerciales), capital financiero parásito (aumento del endeudamiento y crecimiento de los mercados financieros y de la especulación) y subconsumo de las masas, son los componentes básicos del imperialismo que preparan la próxima crisis económica mundial.

Los imperialismos exacerban sus enfrentamientos

La amenaza de la próxima crisis económica mundial y la necesidad de situarse en mejor posición que el contrincante, han llevado a los imperialismo a redoblar sus enfrentamientos en la arena mundial. La invasión y ocupación de Irak y la lucha entre los imperialismos europeos del euro por hacerse con el control de los monopolios del sector de la energía son buen ejemplo de ello. El impass de la ONU como comité de gestión de los intereses de los diversos imperialismos, es la traducción de esta (soterrada a veces, iluminada por las bombas otras veces) lucha de todos contra todos.

Por ello asistimos a una recomposición de la forma de dominación imperialista que se traduce en crisis de representación política en América Latina, en la vuelta a la ocupación militar de las semicolonias (Afganistán, Irak), creciente sometimiento de los países asiáticos de la ex URSS, aumento de las tensiones entre China y Japón y, como ejemplo paradigmático, disputas soterradas dentro de la UE tras el fracaso del intento de imposición de la ‘Constitución europea’. Las invasiones de Kosovo, Afganistán e Irak son los jalones del camino que conduce a la futura invasión de Irán, ante la cual sólo duda el imperialismo estadounidense a causa de la segura agudización de la resistencia de las masas, tanto en los países dominados como en las metrópolis. Esta resistencia aún agudizará más las contradicciones entre los imperialismos en lucha por mantener sus porciones en el reparto del mundo.

El imperialismo español: uno de los eslabones más débiles de la cadena

La economía española sigue basando su crecimiento económico sobre la enorme burbuja inflada por la combinación del endeudamiento y de un sector inmobiliario basado en éste endeudamiento y en el dinero negro mafioso procedente de todos los confines del globo. La masa de capital financiero acumulada por el capitalismo español durante décadas, gracias a la sobreexplotación de la clase obrera, ha configurado unas pocas empresas monopolísticas que detraen ahora buena parte de sus beneficios de la explotación de las masas americanas particularmente. Nunca fue tan grande el grado de concentración del capital financiero en el estado español.

Sin embargo, la economía española continúa perdiendo mercados exteriores y continua siendo la cenicienta de la productividad del trabajo. El capitalismo español no logra remontar un modesto tercer plano en la foto de conjunto de los imperialismos del mundo.

Por ello el gobierno de Zapatero debe continuar la política antiobrera de sus predecesores... ya fueran del PP o del PSOE

La gran burguesía española sabe que la próxima crisis económica le golpeará de forma particularmente aguda. Por ello necesita aumentar el grado de explotación de la clase obrera y para hacerlo le es preciso recomponer sus gestión política. Esa es la función del gobierno socialdemócrata de Zapatero. La negación del derecho de autodeterminación, para un ‘largo período’; la reforma de la Constitución; el intento por modernizar el ejército ‘profesional’ (es decir: mercenario) y los aparatos judiciales y policiales; el adiestramiento en las intervenciones imperialistas en el extranjero; el ejercicio de una diplomacia al servicio directo del gran capital monopolista español; los ataques contra la juventud obrera (concentrados en la LOE y en la negociación de la próxima reforma laboral); la reforma fiscal y los proyectos de privatización de la gestión de las jubilaciones, son líneas básicas de la construcción de barreras defensivas del gran capital ante la ineluctable próxima crisis económica.

La política del gobierno de Zapatero va pareja con la ofensiva burguesa

La burguesía española pasó hace ya tiempo a la ofensiva, tras el repliegue defensivo de los años de la ‘transición democrática’. Los últimos años del gobierno de Felipe González no fueron más que el preludio de la eclosión ofensiva que supuso el triunfo ‘democrático’ de los representantes políticos directos de la burguesía: del PP.

La ofensiva burguesa contra la clase obrera se ha traducido en un aumento de los beneficios empresariales, una drástica disminución de los salarios, una constante deterioración de las condiciones de trabajo, una fragmentación del mercado laboral que aumenta la competencia entre las diversas capas de la clase trabajadora, un aumento de la explotación impositiva de las masas. La desigualdad social crece: cada vez los ricos son más ricos, cada vez los pobres son más numerosos y más pobres en comparación con los ricos. La capa de ‘trabajadores pobres’ aumenta día a día y se extiende como una plaga entre las jóvenes generaciones y los trabajadores inmigrantes. La ‘generación de los 600 euros mensuales’ no madura al ritmo biológico de la vida natural sino al ritmo que marca la necesidad del capitalismo español en aumentar la explotación de la mano de obra.

Los políticos burgueses cohesionan sus filas

Los agentes de la burguesía en el seno de las organizaciones que la clase obrera construyó para enfrentarse a ella consiguen aumentar el control sobre dichas organizaciones a base de diluir, cada vez más, su naturaleza histórica de organizaciones obreras. El PCE, reconvertido en IU, busca un lugar bajo el sol de la socialdemocracia (como pronóstico Trotsky hace ya muchas décadas). La socialdemocracia, organizada en el PSOE, ha logrado expulsar de sus filas a los obreros de forma tal que hasta la aristocracia obrera no encuentra acomodo ya en sus filas y se ve postergada al aparato burocrático sindical.

Por su parte, la burguesía ha logrado bajo la democracia monárquica recomponer sus filas y nuclearse en el PP. Este partido cuenta ahora con una sólida base de votos, que no bajó en las últimas elecciones de los nueve millones. Internamente la nueva dirección del PP está logrando contener las tensiones que le produjo la derrota electoral que le infligió la clase obrera y renovar sus direcciones autonómicas de forma cómoda (aunque tenga que sacrificar al ostracismo a sus dirigentes vascos y catalanes).

Las direcciones radicales pequeño burguesas vascas (HB) y catalanas (ERC) sirven su cabeza en bandeja de plata a la gran burguesía española.

Esta cohesión, sin embargo, no evita que, soterradamente o con las alharacas propias del parlamentarismo burgués, afloren enfrentamientos que traducen los intereses contrapuestos de las diferentes fracciones burguesas. Pero todos los políticos burgueses no dudan en mantener el frente unido burgués para sostener al estado monárquico que garantiza la pervivencia de la explotación y opresión.

La clase obrera española, componente de la lucha mundial de clases

Con la derrota de los mineros ingleses a manos del gobierno de la dama de hierro y con la restauración del capitalismo en la URSS, se inició la ofensiva burguesa de finales del siglo XX. En Europa, las masas resistieron de forma dispersa; las direcciones socialdemócratas y estalinistas lograron contener, una y otra vez, los intentos de las diversas clases obreras para enfrentar a la ofensiva del imperialismo. La invasión y ocupación de Irak, las masivas movilizaciones de masas en las metrópolis imperialistas contra esa invasión imperialista y la insurrección abortada de las masas bolivianas, han sido los últimos hitos en este camino de ofensiva burguesa y resistencia obrera y de las masas de las semicolonias.

Las clases obreras de todos los países, casi sin excepción, resisten y pugnan por pasar a la ofensiva para quitarse de encima, de una vez por todas, la explotación y la opresión. La movilización prerrevolucionaria de las masas argentinas; la resistencia del pueblo palestino; el levantamiento de los trabajadores bolivianos y, en estos días, la movilización por millones de los estudiantes y enseñantes franceses, no son más que la punta de un iceberg que los medios de comunicación en manos de la burguesía logra ocultar pero que se desplaza, inexorablemente, bajo la aguas del océano de la lucha de clases mundial. Las huelgas en los Estados Unidos se producen a diario y de costa a costa; las movilizaciones en América Latina asaltan, una tras otra, las barreras de contención que las direcciones burguesas construyen y saltan de un país a otro tomándose el relevo unas a otras; en Francia la clase obrera y la juventud han demostrado en los últimos dos años su deseo de luchar para pasar a la ofensiva a pesar de haber sido, una y otra vez, traicionadas por sus direcciones. La clase obrera española, como componente de la clase obrera mundial, no le ha ido a la zaga a ninguna de estas movilizaciones. A pesar de la traición de las cúpulas sindicales, fue a los paros de un día cuando tuvo la oportunidad, llenó masivamente las calles de sus principales ciudades para oponerse a la invasión de Irak. En el último año, las huelgas de los trabajadores de Izar, de los mineros y de los trabajadores de SEAT han sido, también, la punta del iceberg de un masivo aumento de incontables huelgas y movilizaciones aisladas fábrica a fábrica, y tajo a tajo, por las direcciones sindicales. Según datos de la patronal (CEOE), en 2005 aumentó en un 122% el número de huelgas, en un 18% el numero de huelguistas y en un 34% el número de horas de huelga. ¡La clase obrera española resiste! Además, cada vez son más los conflictos y huelgas que se desarrollan con el objetivo de lograr aumentos salariales para recuperar el poder adquisitivo perdido. ¡La clase obrera española pugna por pasar a la ofensiva contra la burguesía!

Vencer es posible

Si la clase obrera española no ha faltado a ninguna cita para enfrentarse en la calle a la ofensiva burguesa, si la clase obrera española aumentó día a día en el último año sus huelgas para enfrentarse a los ataques contras sus condiciones de trabajo y para recuperar el poder adquisitivo de sus salarios... ¿Por qué aún la burguesía puede mantener su ofensiva política y económica? Porque las direcciones de las organizaciones sindicales y políticas que la clase obrera construyó para lograr el objetivo de liberarse de la explotación y de la opresión continúan detentando el control burocrático de las movilizaciones. Esta es la explicación única a la paradoja de una clase que abnegadamente pugna por luchar, y día a día se sacrifica en huelgas y movilizaciones, y otra clase que puede mantener sus privilegios gracias a la estabilidad de su forma de dominación: la democracia parlamentaria monárquica.

¿Pero significa esto que la clase obrera está condenada a seguir sufriendo la ofensiva burguesa? ¿Significa esto que las masas españolas están condenadas a seguir sufriendo la explotación económica y la opresión política? No. El movimiento de la clase obrera y de las masas se presenta ahora disperso, fragmentado y, por tanto, desincronizado. La burguesía española necesita aumentar la explotación de la clase obrera para enfrentar la crisis económica que, más pronto que tarde, estallará irremediablemente. La clase obrera se verá obligada a volver, una y otra vez, a la lucha. El año 2005 ha sido un año en el que la clase se ha movilizado de forma dispersa, el 2006 debe ser el año en el que la clase obrera logre aunar sus fuerzas y conformar un frente unido que le permita generalizar las luchas.

Los obreros, las obreras y los estudiantes hijos de la clase obrera, pueden triunfar. Para ello es necesario que limpien los sindicatos de arribistas y de burócratas vendidos a la burguesía, para ello es necesario que tomen conciencia que dos barrios más allá, en una empresa del mismo ramo en otro pueblo o ciudad, en un tajo en una obra dos calles arriba, también está luchando; que es mentira lo que los burócratas sindicales les dicen (“¡es difícil! ¡estamos solos! ¡no se puede hacer otra cosa!”). Hay que saltar por encima de la división fábrica a fábrica, sección sindical a sección sindical, tajo a tajo: hay que organizarse para unir nuestras fuerzas, apartar al burócrata sindical de turno y andar hasta la fábrica vecina, hasta el pueblo de al lado, hasta la otra punta de la ciudad para decir a los otros compañeros que también están en lucha: “¡no estáis solos! ¡nosotros también estamos en lucha!”

Este año ‘celebraremos’ el primero de mayo bajo el signo de las multitudinarias manifestaciones desarrolladas en los Estados Unidos por la clase obrera en defensa de los mínimos derechos de los trabajadores inmigrantes y de la convocatoria a una huelga general para que, en el imperialismo hegemónico, este día sea festivo. La clase obrera en España, como componente de la clase obrera mundial, debe llenar las calles de todas las ciudades con su fuerza concentrada y con sus reivindicaciones: fiesta sí, pero fiesta para luchar. Es necesario obligar a las direcciones de las organizaciones que la clase construyó para la defensa de sus derechos a que conformen un frente unido que permita a los trabajadores generalizar sus luchas y pasar a la ofensiva política.¡Vencer es posible!