2007-29-11, Las huelgas contra Sarkozy

El Gobierno Sarkozy-Fillon: la burguesía

'golpea en todos los terrenos a la vez'


Bien claro y ante los representantes de la clase para la que ejerce el poder, Nicolas Sarkozy anunciaba en su primer discurso como presidente (el 29 de mayo) su programa de acción y sus métodos de aplicación: “Este proyecto no puede ser encarado a trozos. Para doblegar las resistencias, para cercenar los nudos, hay que golpear fuerte en todos los terrenos a la vez, hay que crear un efecto de arrastre, conseguir una masa crítica” (Le Monde, 30 de mayo de 2007). Y efectivamente, desde la elección de Sarkozy, la clase obrera de Francia enfrenta una feroz ofensiva contra sus adquisiciones sociales y derechos organizada en todos los terrenos y todas direcciones por el nuevo gobierno:  En julio se aprobó una ley que restringe el derecho de huelga en los transportes (previendo la actual respuesta al intento de reducir las pensiones de este sector)  En octubre, la aprobación de la Ley Hortefeux reforzó la presión contra los trabajadores inmigrantes sin papeles - a los que se amenaza de expulsión masiva - y también contra los legales, endureciendo, entre otras, las condiciones de reagrupación familiar.  El proyecto de Presupuestos del Estado para 2008 prepara una reducción masiva de enseñantes de la Educación pública, la supresión de 20.000 puestos de trabajo en la administración y la congelación de los salarios de los funcionarios.  Se discute un proyecto que establecerá barreras económicas de acceso, tipo franquicia, a las prestaciones de la Seguridad Social.  Se prepara una 'reforma del contrato de trabajo' que cuadruplicaría el periodo de prueba, permitiría los despidos rápidos y la modificación del contrato de trabajo a voluntad del empresario, crearía nuevas formas de contratos precarios de larga duración...  En agosto, en plenas vacaciones académicas, el Gobierno Sarcozy-Fillon hizo aprobar la Ley Pécresse, de Autonomía Universitaria (LRU), que rompe la unidad de la Universidad y la Investigación Públicas, poniéndolas en manos de los empresarios. El Presidente del Gobierno, François Fillon, que la considera “la ley más importante de la legislatura” la resume así: “[Los centros] podrán organizarse como quieran, reclutar a sus enseñantes como les plazca, crear las enseñanzas que quieran, llegar a acuerdos con los organismos de investigación, con las grandes escuelas, con las empresas (...)”(Le Monde, 24 de mayo de 2007)  En Septiembre se inició el proceso para una nueva reforma del sistema de pensiones con el objetivo de reducirlas. Primer asalto: los regímenes especiales supervivientes de la anterior reforma (2003), a los que el gobierno pretende aumentar hasta 40 (como ya se ha ido haciendo con todos los demás del sector privado y público) las actuales 37,5 anualidades de cotización exigidas para cobrar el 100% de la pensión. Segundo asalto anunciado para 2008: aumento de 40 a 41 ó 42 las anualidades de cotización requeridas para devengar el 100% de la pensión en todos los sectores (público y privado)... Los partidos y sindicatos obreros mayoritarios legitiman al gobierno y sus ataques antiobreros Un paquete antiobrero de esta envergadura ha sido encajado, sin embargo, por las direcciones de los partidos y sindicatos obreros mayoritarios, con la naturalidad del siervo ante los requerimientos del amo. Cuenta aparte de la CFDT - sindicato de origen vaticanista que ha estado a favor de la reforma de las pensiones y se ha dedicado a llamar sistemáticamente a la vuelta al trabajo -, los dirigentes de FO y CGT, las dos grandes confederaciones obreras, se han aprestado en todo momento a negociar con el gobierno, han bloqueado toda posibilidad de huelga indefinida hasta tirar abajo todas y cada una de las medidas, han dividido a los trabajadores por sectores evitando la concentración de sus movimientos en un solo puño y sobre todo, se han esforzado en impedir que ese puño ponga en peligro a Sarkozy y todo el conjunto de su programa de gobierno. Desde el principio han estado repartiéndose la faena. Y así, empezaron imponiendo a decenas de miles de trabajadores del transporte, electricidad y gas, ardientemente decididos a defender sus pensiones, el monstruoso sistema de 'huelga reconducible' cada 24 horas. Todo lo contrario de lo que la prensa presenta como una 'convocatoria de huelga indefinida', los sindicatos llamaron a iniciar el vía crucis 'reconducible' desde los días 13 y 14 de noviembre (según empresas), un sistema que exige replantear cada 24 horas, empresa a empresa, centro a centro, si se continúa o no la huelga. Fragmentados de esta manera, obligados a discutir cada día la vuelta al trabajo aunque no se haya alcanzado la satisfacción de las reivindicaciones, ninguneados por sus direcciones, que mientras tanto se dedicaban a coquetear con el gobierno, estos trabajadores han conseguido desarrollar, sin embargo, con un enorme coraje, una de las más importantes huelgas de las últimas décadas, que ha paralizado buena parte de los transportes del país durante 9 días. Jornada tras jornada, las asambleas masivas conseguían contrarrestar la 'reconducción' y aprobaban el mantenimiento de la huelga aunque se iniciara la 'negociación'; incluso en muchas de ellas ganaba la posición a favor de la pura y simple retirada del proyecto de reforma de pensiones con prohibición a las cúpulas de sentarse a negociar nada. Lo que no impedía a Bernard Thibault (Secretario de la CGT) ofrecerse sin complejos al gobierno para acabar con la huelga 'a cambio de entrar a negociar' ni organizar materialmente las mesas ad hoc. Jean-Claude Mailly, secretario general de Force Ouvrière, el mismo día que se iniciaba la huelga de transportes, explicaba así el papel que se imponen a sí mismas las cúpulas sindicales: “Nosotros no apoyamos a priori una convergencia con los empleados públicos [...] No estamos en un movimiento anti-Sarkozy de carácter político” (Le Monde, 13-11-07). Mailly y Thibault, a la cabeza de las dos mayores organizaciones obreras de Francia, se proponen evitar la confluencia de todos los posibles movimientos de la clase obrera en defensa de sus conquistas, trabajan para impedir que estos movimientos se concentren en derribar al agresor, protegen al gobierno de la clase enemiga. El otro sector en combate, la juventud universitaria, lleva varias semanas movilizándose con sus propios medios por la retirada pura y simple - sin lugar a ser 'negociada'- de la LRU, en defensa del sistema público de enseñanza. A día de hoy, 29 de noviembre, cuando ya parecen haber sido ahogadas las huelgas obreras contra la reforma de las pensiones de regímenes especiales, numerosas universidades están ocupadas de manera permanente por los jóvenes, quienes han retomado la tradición de funcionamiento de 'coordinadoras', que se reúnen a nivel nacional una vez por semana. Su movimiento está vivo, pero sin poder contar con la UNEF como instrumento a su servicio, no acaba de conseguir centralizarse y extenderse, y oscila día a día necesitado de unificar sus fuerzas con la huelga que nunca se convoca de los trabajadores de la Universidad, y con el conjunto de los sectores obreros enfrentados activamente a Sarkozy. En este terreno de combate contra la LRU - la ley que disloca toda la enseñanza universitaria pública, la pone en manos de la financiación privada y rompe el estatuto funcionarial - los estudiantes han sido abandonados por las grandes organizaciones tradicionales. La dirección de la UNEF, el mayor sindicato de estudiantes, participó en negociaciones previas a la aprobación de la LRU, manifestó su satisfacción por las enmiendas que se le aceptaron y - consecuentemente- se ha estado negando durante meses a pedir la retirada de la Ley, mucho menos a organizar la lucha por su derogación. Por su parte, el PS y el PCF no han mostrado ninguna repulsa a los fundamentos de la ley. Por el contrario, durante el proceso parlamentario y aún hoy en medio de las movilizaciones, el PS y el PCF cubren al gobierno reclamando una 'mejor reforma universitaria', 'mucho más ambiciosa' (sic: Comunicado del PCF de 7 de noviembre) que la actual. Igualmente, las direcciones de los sindicatos mayoritarios de enseñantes e investigadores se resisten fieramente a convocar la huelga indefinida junto con los estudiantes, hasta tirar abajo la también llamada Ley Pércresse. Bien al contrario, junto con la UNEF, mantienen sus representantes en los Consejos de Administración de las Universidades, encargados de aplicar hasta sus últimas consecuencias la nueva normativa. En cuanto al resto de ataques preparados o ejecutados por el gobierno (reforma del mercado de trabajo, de las prestaciones de la Seguridad Social, represión contra los trabajadores emigrantes, la reducción de efectivos en la enseñanza y la administración, la congelación salarial o la reforma del sistema de pensiones) la actitud de los aparatos de los grandes confederaciones sindicales es coherente con todo lo anterior. Como nos ha explicado el Secretario General de FO, ni él ni la dirección de CGT quieren estar 'en un movimiento anti-Sarkozy de carácter político'. Pero la agresión proviene, precisamente, del órgano político por excelencia, del gobierno de Sarkozy. Negarse a que los movimientos dispersos de obreros y jóvenes se conviertan en un único movimiento político contra el gobierno es pura y simplemente declarar que se actúa para impedir que la clase obrera se defienda. Por ello, podremos ver en esta ocasión, como en muchas anteriores, cómo toda su acción consistirá en evitar la movilización; en dispersarla y taponar todas las vías hacia su generalización , si no puede evitarla; en traicionarla, si la fragmentación no es suficiente para agotarla. Así, de momento, los trabajadores del sector público (enseñanza, administración, correos, ...) han visto cómo las burocracias sindicales han limitado su movilización a un día de 'lucha' simbólica el 20 de noviembre, sin ninguna posibilidad de que ello sirviera para echar abajo el proyecto de Presupuestos del Estado. Los trabajadores de transportes, electricidad, gas, han visto traicionar sus huelgas después de agotar la resistencia de las asambleas de 'reconducción': las direcciones sindicales les han hecho volver al trabajo mientras ellas negocian con el Gobierno, 'durante tal vez meses'. La derrota de la huelga ha sido impuesta no por la falta de combatividad obrera ni por la mayor fortaleza del Gobierno Sarkozy-Fillon, sino por los aparatos sindicales empeñados en hacer aceptar como inevitable la reforma de las pensiones de los regímenes especiales, un nuevo y previo golpe para la reducción general de las pensiones de todos los trabajadores del país. En esta ocasión, las vedettes de la felonía son los aparatos sindicales. Thibault y Mailly han sido abucheados y llamados traidores por miles de obreros a los que han robado su lucha. Mientras tanto, con perfecta división de papeles, las direcciones de los dos grandes partidos que se reclaman de la clase obrera (PS y el ya minúsculo PCF) cubren otros flancos del enemigo: el PS sólo critica las 'formas', no el contenido de las reformas de Sarkozy. El PCF -'invisible e inaudible', en palabras de nuestra prensa más preclara- se reserva para los momentos clave: su especialidad es la ambigüedad desde el interior del movimiento, para ahogarlo mejor en la fragmentación, mientras condena 'los radicalismos', 'las acciones violentas', cualquier acción de masas que tienda a desbordar el control de las direcciones que preparan la rendición vía negociación ante el gobierno. Ambos, PS y PCF, echan entre las masas y el gobierno un capote de dispersión de la atención, alegando la 'legitimidad' del gobierno 'elegido democráticamente'. Como si la victoria electoral de la burguesía no fuera el correlato inmediato de la desmoralización política que ellos mismos han provocado en las masas, con su negativa sistemática a constituirse en alternativa de clase al poder burgués. Como si fuera 'legítimo' organizar desde el Estado la degradación de las condiciones de trabajo y existencia de los millones y millones de hombres y mujeres que cada día sobreviven precaria y duramente con el fruto de su salario. La lucha de clases en Francia atraviesa un momento crítico En relación a la juventud, para la burguesía se trata de que el gobierno de Sarkozy consiga lo que no han podido todos los gobiernos de la V República anteriores: aplastar a los jóvenes y hacerles aceptar las exigencias del capital contra sus aspiraciones. Borrar los efectos de las derrotas políticas que, en combate de masas, los jóvenes, inflingieron: •a Chirac en diciembre de 1986, obligándole a retirar el proyecto de ley Devaquet; •al gobierno Balladur (del que Sarkoky era portavoz), forzándole a derogar el decreto que instauraba los CIP (contratos basura 'de inserción profesional'), en marzo 1994; • al gobierno Chirac-Villepin, en abril del 2006, con la victoria parcial que le obligó a retirar el CPE. En cuanto al conjunto de la clase obrera, el programa de Sarkozy busca un salto cualitativo en la destrucción de todo tipo de adquisiciones, ya sean de carácter jurídico (garantías democráticas y laborales, salario mínimo, derechos sindicales...), ya económico o social (sobre los salarios reales directos de todas las capas del proletariado, pero también sobre los salarios diferidos invertidos en sanidad, pensiones, enseñanza pública, etc.). A esta situación corresponde una gran efervescencia social. Los jóvenes en combate aguantan – aunque con grandes dificultades- contra todo y ya muchas semanas, no permiten que la vieja burocracia sindical hable y negocie en nombre de ellos y buscan una y otra vez unir su lucha a la de los trabajadores. Los sectores de la clase obrera que van consiguiendo forzar la convocatoria de huelga buscan unificarse entre ellos y los jóvenes. En las asambleas, las pancartas y los gritos de las manifestaciones se expresa muy a menudo esa necesidad: la Huelga General de todos los trabajadores, de los jóvenes condenados a alternar entre la miseria de los empleos con contratos basura y la miseria del paro, de los inmigrantes con y sin papeles, de los estudiantes universitarios y de secundaria....todos juntos centralizados contra el enemigo centralizado, contra el gobierno burgués Sarkozy-Fillon. La clase obrera necesita controlar y centralizar ella misma sus propias luchas Para organizar esta lucha la clase obrera francesa posee potentes organizaciones sindicales que ha creado y mantenido a lo largo de su historia y cuya misión básica es unificarla frente a la burguesía para defender sus condiciones de vida y trabajo. Pero, como hemos dicho más arriba, y demuestra también la experiencia de muchas décadas, los aparatos burocráticos que controlan con mano de hierro estas organizaciones las tienen sometidas a una política de colaboración permanente con el Estado y de connivencia con la patronal. En Francia, como en el Estado Español, cualquier trabajador avanzado tiene la experiencia de las enormes energías que se deben desarrollar contra el aparato burocrático de los sindicatos para conseguir utilizarlos en las luchas. Y que cuando se consigue, casi siempre es con resultados muy recortados y por un periodo tan limitado que muchas veces no permite evitar la traición y la derrota impuesta por los propios dirigentes, como ha ocurrido en las huelgas actuales. Son esfuerzos hercúleos, pero sin embargo necesarios, ya que normalmente, en las fases menos desarrolladas de cada movimiento, los sindicatos son las únicas organizaciones de masas que se poseen para enfrentarse al patrono (o, en su caso, al gobierno de los patronos). Hay salida a esta situación contradictoria de necesitar utilizar, al menos inicialmente, una organización nuestra pero cuya dirección sabemos corrupta a cuenta del enemigo. Lo mismo que en cada huelga, por pequeña que sea, ya es necesario elevar la organización obrera a un nivel superior que permita la unificación de los trabajadores sindicados con los no sindicados y el control de todos ellos sobre el desarrollo de la propia huelga, las negociaciones y la finalización, con mucha más razón cuando la tarea que se le plantea al proletariado es la de organizar una Huelga General contra el gobierno: Ese paso a un nivel superior es la elección de Comités de Huelga - de miembros revocables en todo momento - que incluyan y subordinen a representantes de los sindicatos implicados en la lucha. La centralización de estos comités a todos los niveles, desde los polígonos industriales, las universidades o los barrios obreros, hasta la conformación de un Comité de Huelga Central, director de la Huelga General contra el gobierno hasta la satisfacción de todas las reivindicaciones: ¡Nada que negociar con Sarkozy! ¡Ruptura inmediata de los dirigentes de las centrales sindicales con el gobierno! ¡Su responsabilidad ineludible es convocar la Huelga General indefinida! Por la derogación de la LRU y de todas las leyes destinadas a organizar la destrucción del enseñanza pública y el derecho al estudio. Por la enseñanza pública, laica, gratuita y de calidad a todos los niveles. Por la derogación de todo el aparato jurídico represivo creado contra los trabajadores inmigrantes con y sin papeles. Por todos los derechos políticos, sociales, laborales, etc. para todos los trabajadores inmigrantes. Por la retirada de del proyecto de ley de Presupuestos de 2008, con su congelación salarial y reducción de personal Por la retirada de todos los proyectos contra los derechos y garantías laborales y sindicales Por la retirada de todos las leyes y proyectos privatizadores y contra la gratuidad de los servicios sanitarios. Por la derogación y retirada de todas las leyes anteriores y los actuales proyectos de 'reforma' de las pensiones, empezando por el de los regímenes especiales. Por el establecimiento de una pensión mínima garantizada para cualquier asalariado, independientemente de los años de cotización, acorde con la canasta familiar Contra el empleo precario y el paro: Trabajos públicos dirigidos a mejorar antes que nada las condiciones de vivienda de los barrios más desfavorecidos. Reparto móvil de las horas de trabajo entre todos los asalariados sin reducción salarial. Por una vivienda digna y asequible para todos los trabajadores. Contra la vida cara: Salario mínimo garantizado acorde con el coste de la vida. Escala móvil de salarios. Los intereses de los trabajadores, de la juventud y de las más amplias masas exigen que estas reivindicaciones sean satisfechas y para ello es preciso vencer al gobierno que organiza y centraliza la actual ofensiva contra estos intereses Abajo el gobierno Fillon-Sarkozy ¿Es posible vencer? ¡Sí, es posible! Cada día, los trabajadores y la juventud demuestran su disposición a luchar para derribar a este gobierno antiobrero y, con él, romper la ofensiva del gran capital. Sólo la política de división y traición de las direcciones de las centrales sindicales y del PS y el PCF, asisitidos por todo tipo de pequeños acólitos, se interpone en este camino. Por ello es una exigencia elemental que estas organizaciones conformen un frente unido contra la política del gobierno y contra el mismo gobierno. Si lo hacen recibirán el pleno apoyo de las masas y ni el gobierno Sarkozy ni ningún gobierno burgués de repuesto podrán evitar la marea que anegará la miseria que impone y promete el gran capital a todos los sectores de la clase obrera. Sólo así, combatiendo por abrir la vía de la movilización, unificación y centralización de las filas obreras con los necesarios instrumentos políticos y organizativos para que se constituya en clase que aspira al poder y ponga al orden del día la posibilidad de formación de un Gobierno Obrero, podrá construirse finalmente en Francia, como en todos los países, el partido revolucionario que destruirá la dictadura del capital que tantos sufrimientos provoca a la mayoría de la población. Valencia, 29 de noviembre de 2007 Grupo Germinal- En defensa del marxismo Estado Español http://grupgerminal.org/ germinal_1917@yahoo.es

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