2008-04-00 La crisis del capitalismo y la construcción de un Partido Obrero Revolucionario

Reproducimos en versión castellana el editorial del número 13 del boletín Combattre pour en finir avec le capitalisme que editan los compañeros del Comité Communiste Internationaliste (Trotskyste), Pour la contruction d'un Parti Ouvrier Révolutionnaire, d'une International Ouvrière Révolutionnaire. Coincidimos en términos generales con su contenido, especialmente (y al igual que, a buen seguro, otros grupos y organizaciones que se reclaman de la revolución socialista) con la nueva situación que se abre y las tareas ante ella que deben enfrentar el proletariado y la juventud del planeta así como en la agudización de la crisis de dirección revolucionaria y su expresión contradictoria que los revolucionarios deberemos saber aprovechar para sentar las bases del Partido Obrero Revolucionario y de la Internacional Obrera Revolucionaria, instrumento indispensable para darle una sálida favorable a la civilización humana ante el dilema en que la coloca el capitalismo en su fase imperialista: socialismo o barbarie.
LA CRISIS DEL CAPITALISMO Y LA CONSTRUCCIÓN DE UN PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO
EL MUNDO ENTERO EN UNA REGRESIÓN SIN PRECEDENTES
En muchos aspectos la situación es inédita para las actuales generaciones de trabajadores, militantes y para la juventud, tanto en los viejos países capitalistas, como Francia, como también en los países dominados económicamente por los principales imperialismos, en África o en otros lugares: se anuncia una regresión, sin precedentes desde la posguerra, en las condiciones de vida de la mayor parte de la población. En una marcha desenfrenada, cada golpe descargado por un gobierno burgués contra su proletariado es para los otros gobiernos una referencia a alcanzar y superar la más rápido posible. Evidentemente, en los años precedentes, todo no era de color de rosa sin embargo. La burguesía nunca ha dejado de combatir para apropiarse la mayor parte posible de las riquezas producidas. Pero hoy en día, la amplitud y el ritmo de los ataques en todos los frentes modifican radicalmente la situación. Para centenares de millones de hombre, el presente se convierte en inevitable y el futuro es incluso más sombrío. El precio del petróleo arde, igual que el de las materias primas, el del oro, el de los alimentos de base, bajo el efecto de una gigantesca especulación que no sabe dónde invertir, ante la tambaleante salud de las acciones en Bolsa que refleja la ralentización económica y tras el estallido de las burbujas en el sector inmobiliario y en los subprimes. Por una parte, masas de capitales no encuentran ya donde emplearse si no es en una huida especulativa hacia delante que deviene, ella misma, en factor suplementario de parálisis económica, por otra parte los motines del hambre, la bajada de los salarios, los despidos y la precarización del trabajo a ultranza.
UN MERCADO MUNDIAL QUE SE HA CONVERTIDO EN DEMASIADO PEQUEÑO
No es la primera crisis de la economía capitalista mundial de estos últimos treinta años. Cada vez los gobiernos han logrado diferir las consecuencias relanzando la máquina a golpe de créditos y déficit cada vez más colosales. Pero estas soluciones están llegando a su límite. La reintroducción del capitalismo en la ex URSS, en los países del Este, China, ciertamente ha dado un soplo de aire a los imperialismos mejor situados, permitiéndoles a la vez nuevas inversiones y el chantaje de la deslocalización que persigue la bajada de los salarios, pero no han podido transformar en colonias ni a Rusia ni a China. A fin de cuentas son nuevos competidores temibles que se plantan en medio de su camino. La burguesía rusa, salida en una buena parte de la antigua burocracia, se ha reestructurado alrededor de un poder fuerte, se mantiene como dueña de las inmensas riquezas naturales se su subsuelo y vende su petróleo y gas a precio caro. La burocracia china ha seguido el mismo camino pero ha mantenido intacto, además, su aparato represivo de estado que le permite una feroz explotación. El mercado mundial se ha quedado muy pequeño para el apetito de beneficio de todos estos cocodrilos. El imperialismo norteamericano continúa siendo la única potencia mundial tras el estallido de la URSS en 1991, dotado de una fuerza militar sin igual, no ha logrado, no obstante, regentar el planeta a pesar de la guerra en Irak. Incluso ha perdido control sobre América Latina donde ya no dispone de gobiernos bajo su bota. Está carcomido hasta la médula por la gangrena de los déficit, por la desenfrenada carrera de los capitales especulativos. El dólar, principal moneda de pagos internacionales, cae cada día un poco más. Toda la economía capitalista mundial está de nuevo gripada y los medios empleados hasta ahora para mantener el sistema a flote han llegado a su límite.
LAS PEORES CONDICIONES DE EXPLOTACIÓN PARA CADA PROLETARIADO
Bajo estas condiciones, llevar el proletariado a las peores condiciones de explotación es, para cada burguesía, un objetivo tan vital como inmediato para intentar salvarse frente al resto de burguesías. Pero ello no hace más que precipitar la crisis. Cada gobierno burgués actúa de la misma forma mientras que las restricciones impuestas al consumo de una mayoría de la población llevan, inevitablemente, a una reducción de las posibilidades de encontrar salida a la producción, tanto en los mercados de unos como en los de los otros. Ya se llamen Sarkozy, ya Merckel, Brown, Berlusconi o Bush, sus programas son idénticos: talón de acero contra los asalariados. Pero hagan lo que hagan, y a pesar de todos sus discursos prometiendo un mañana mejor, únicamente un crisis económica gigantesca entrañando la dislocación del mercado mundial, o la guerra, o bien ambas, podrían, sobre la base de la liquidación masiva de infraestructuras industriales convertidas en inútiles y obsoletas, un empobrecimiento generalizado, y destrucciones masivas, purgar suficientemente el sistema otra vez para permitirle volver a funcionar de nuevo… hasta el siguiente batacazo.
LA SIMPLE DEFENSA ELEMENTAL IMPLICA COMBATIR CONTRA EL SISTEMA CAPITALISTA, SUS GOBIERNOS…
El proletariado y la juventud sienten la gravedad de la situación. Cuando se emprenden combates por los salarios, contra el aumento del tiempo de trabajo, para salvar los empleos, los convenios, las condiciones de trabajo, los resultados son escasos o inclusos inexistentes mientras que la huelga les cuesta cada vez más cara. Sin embargo hay combates victoriosos, como los de Dacia en Rumania o bien en Francia contra el CPE. Pero en un caso como en el otro, aquí la dirección de la empresa, allí el gobierno, han cedido ante la amplitud y determinación de la movilización, ante el temor a perder mucho más acabando en una situación que no dominarían. Todavía es preciso señalar que, lo que ha sido ganado o mantenido, la burguesía se empeña, el mismo día siguiente, en cuestionarlo. Todo muestra, hoy en día, que la simple defensa de las reivindicaciones implica el combate de toda la clase obrera y de la juventud dirigido a cuestionar al gobierno. Todo muestra que la solución para salir de la crisis implica derrocar al gobierno de la burguesía, constituir un gobierno obrero que ataque al capitalismo para, así, poner fin al descenso a los infiernos. Pero nada es más difícil para los asalariados y la juventud pues la lucha cambia radicalmente de dimensión, implica, necesariamente, entablar el combate a favor de la toma del poder. No falta su combatividad sino que se ven obligados a luchar con las manos atadas a la espalda. …
Y LOS APARATOS QUE LAS PROTEGEN
Los aparatos políticos y sindicales del movimiento obrero han comprendido perfectamente la gravedad de la situación. Han jurado su cariño indefectible hacia las virtudes de la economía de mercado, es decir hacia el capitalismo que hoy en día amenaza ruina. Como más avanza la crisis, menos hablan de socialismo y de las reivindicaciones reales de las masas, y más toman abiertamente posición a favor de los ataques contra los asalariados y la juventud. Es cierto para Inglaterra, Alemania, España como también para Francia donde, por ejemplo, tras haber apoyado tras bambalinas la liquidación de los regimenes especiales de jubilación se puede escuchar a Emmanuel Valls, por el PS, ¡aprobar el pase “inevitable” a las 41 anualidades! Yendo incluso más lejos, el antiguo PC italiano se ha disuelto en un partido burgués con los restos de la Democracia Cristiana, cuyo programa abiertamente reaccionario, primero puesto en marcha por Prodi, después retomado por el candidato de “izquierda” Veltroni, ha recibido el apoyo de Ségolène Royal y Delanoé, que sueñan con el mismo camino para el PS francés. Ha dado los resultados conocidos: la triunfal vuelta de Berlusconi, flanqueado por la extrema derecha. Poniendo en obra directamente la regresión social impuesta por el capitalismo inglés, el Partido Laborista, bajo la dirección de Tony Blair y Gordon Brown, hoy en día acaba de recibir una paliza en las elecciones municipales en provecho de los partidos liberal y conservador. En Alemania, el SPD colabora en el gobierno de coalición con Merckel, en Francia el PS y el PCF rechazan, a pesar de la urgencia, abrir cualquier perspectiva que sea para acabar con Sarkozy y su gobierno, envían a las masas a la papeleta de voto del 2012, masas que no pueden más que sufrir día tras día la avalancha de reformas reaccionarias. Los aparatos sindicales, por su parte, hacen un doble juego * por una parte, aceptando negociar todos los planes del gobierno y de la patronal, reclamando incluso ser asociados siempre cada vez más al “dialogo social” que prepara la vía a las “reformas”. * Por otra parte, llamando a los trabajadores y a la juventud, cuando la cólera contra el gobierno deviene muy fuerte, a las sempiternas jornadas de acción, un día contra la supresión de puestos de trabajo, otro a favor de las jubilaciones, otro a favor de la Seguridad Social. ¡Solo para el mes de mayo puede contarse el 15, el 18, el 22 y el 24! Evidentemente los asalariados participarán, a falta de algo mejor, para marcar su oposición al gobierno y su política, mientras que otros, más que dubitativos sobre cualquier eficacia de este género de acciones, rehusarán perder en ellas varias jornadas de salario. En estas condiciones, la exigencia de masas dirigida a sus viejas organizaciones, PS y PC, para que se opongan al poder de la burguesía y para constituir un gobierno, deviene cada vez menos plausible y comprensible. Cuando la posibilidad no ha, pura y simplemente, desaparecido como en Italia.
LA NECESIDAD DE UN PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO
Todo ello pesa sobre las espaldas del proletariado en el momento en que la burguesía ha desencadenado una ofensiva sin precedentes y en el que no existe organización revolucionaria combatiendo abiertamente para acabar con el capitalismo, a favor de que las masas tomen el poder y organicen la sociedad en función de sus necesidades. La LCR quiere construir un Nuevo Partido Anticapitalista. Pero en las reuniones, no es esta perspectiva política lo que se avanza sino el llamamiento a las luchas en todos los frentes para obtener un mejor reparto de las riquezas entre el capital y el trabajo, es decir: muy exactamente el antiguo programa reformista del PS y del PC cuando incluso la crisis del capitalismo ha entrado en una nueva fase que lo convierte en totalmente caduco. ¿Y de qué luchas se trata? ¿En qué y sobre qué línea deberán diferenciarse de los llamamientos en que los aparatos de la CGT y de la FSU, por ejemplo, no escatiman, para “desarrollar las iniciativas”, “multiplicar las acciones”, “aprovechar las oportunidades”, “crear las condiciones” del movimiento, o “instalarlo en el tiempo”, es decir: llevarlo hasta el agotamiento esperando al próximo despertar de combatividad, necesariamente “prematuro” pues primero habrá que “reconstruir las condiciones de la movilización”? Todo ello ocultando sistemáticamente el único eje sobre el cual podrían vencer: no el de “las luchas” sin orden ni concierto sino el del combate, centralizado, contra el gobierno con el objetivo de tirarlo del poder. A pesar de todos estos obstáculos, la clase obrera y la juventud combaten porque el capitalismo en crisis, lanzando cada vez más amplias capas de la sociedad en la regresión, no les deja otra alternativa. En Francia, la experiencia de importantes movilizaciones que se han producido desde 1995, muestra que éstas buscan constantemente las vías de tal enfrentamiento decisivo contra el gobierno de la burguesía, única solución para sus combates. La cuestión central a resolver hoy en día es, efectivamente, la construcción de un partido que responda a esta necesidad presentando una perspectiva clara para vencer la resistencia de los viejos aparatos políticos del movimiento obrero que están atados al carro de la burguesía, para romper las trabas que las direcciones sindicales ponen a cada paso entre las piernas del proletariado. Un partido que no sea únicamente “anticapitalista”, en general y de palabra, sino que esté basado en un programa de combate a favor del derrocamiento del capitalismo, a favor de tirarlo del poder y establecer un gobierno de los trabajadores: un Partido Obrero Revolucionario que ni oculte su nombre ni sus objetivos. Los materiales para construir tal partido existen, y este es un producto también nuevo resultado de todas las contradicciones de la situación política. Cada vez más trabajadores, más jóvenes, militantes sindicales o políticos, se preguntan y discuten entre ellos. Grupos que antes se ignoraban soberbiamente toman la palabra ahora, pues la urgencia vital de esta cuestión les aguijonea. El CCI(T), con todos aquellos que se reconocen en este objetivo, pone todas sus fuerzas para llegar a ese objetivo.
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